ARTICULO DE REVISION
Depresión en insuficiencia cardíaca crónica: causa o consecuencia
Valentina M. Bichara1, Jimena Santillán2, Rodrigo de Rosa3, Leonel Estofan4
1 Médico cardiólogo especialista en Insuficiencia Cardíaca. Centro Médico Galbermed. San Miguel de Tucumán. Tucumán. República Argentina.
Vocal del Comité de Insuficiencia Cardíaca de la Federación Argentina de Cardiología.
2 Médica. Residente de tercer año. Servicio de cardiología. Hospital Alemán. Buenos Aires. República Argentina.
3 Médico cardiólogo. Diagnóstico cardiovascular. San Miguel de Tucumán. Tucumán. República Argentina.
4 Médico residente. Drexel Neuroscience Institute. Drexel University. Philadelphia. Estados Unidos de Norteamérica.
Correspondencia: Dra. Valentina María Bichara.
Email: valentinabichara@hotmail.com
Recibido: 04/04/2016
Aceptado: 18/08/2016
Resumen
La depresión está presente entre el 17%-37% de los pacientes con insuficiencia cardíaca (IC), generando altos
costos para la salud pública. Es importante considerar que los pacientes con diagnóstico de depresión presentan un
incremento 4 veces mayor en términos de mortalidad comparado con aquellos que no la presentan. Los estudios
en IC se han basado en las últimas décadas en los efectos de dicha enfermedad, rehospitalizaciones, calidad de
vida y costos para la salud pública, dejándose de lado factores psicosociales como la depresión, la cual tendría un
alto impacto nocivo sobre los pacientes. Aun se requiere de un mayor número de estudios e investigaciones para la
comprensión de esta enfermedad. La depresión clínica es un desorden que consiste en una combinación de elementos
que interfieren con la capacidad de las personas para realizar sus actividades habituales. Se debe tener en cuenta
que los pacientes con IC presentan ciclos que varían de períodos de estabilización a períodos de hospitalización,
provocando que los síntomas depresivos se modifiquen en el corto tiempo, dependiendo del estado de salud del
paciente, ya sea que se encuentre hospitalizado o entre la cuarta y sexta semana posterior al alta.
El objetivo de este trabajo es aportar información y datos basados en las investigaciones sobre depresión en IC,
para considerar la necesidad de realizar el diagnóstico y aplicar un tratamiento precoz en los pacientes, mejorando
la calidad de vida y evitando de esta manera la progresión de su enfermedad.
Palabras clave: Depresión; Insuficiencia cardíaca; Impacto; Mecanismos fisiopatológicos; Diagnóstico; Tratamiento
Summary
Depression in chronic heart failure: cause or consequence
Depression is present in 17%-37% of patients with heart failure (HF), generating high costs for public health. It
is important to consider that patients with a diagnosis of depression present a 4-fold increase in terms of mortality
compared to those who do not. In the last decades, studies on HF have been based on the effects of this disease,
rehospitalizations, quality of life and costs for public health, leaving aside psychosocial factors such as depression,
which would have a high harmful impact on patients. Even more research and studies are needed to understand this
disease. Clinical depression is a disorder consisting of a combination of elements that interfere with people’s ability
to perform their usual activities. It should be taken into account that patients with HF present cycles that vary from
periods of stabilization to periods of hospitalization, causing depressive symptoms to be modified in the short time,
depending on the patient’s health status, whether hospitalized and between the fourth and sixth week after discharge.
The aim of this paper is to provide information and data based on the research on depression in HF, to consider the
need to make the diagnosis and to apply an early treatment in patients, improving the quality of life and avoiding the
progression of their disease.
Keywords: Depression; Cardiac failure; Impact; Pathophysiological mechanisms; Diagnosis; Treatment
Resumo
Depressão na insuficiência cardíaca crônica: causa ou conseqüência
A depressão está presente entre 17%-37% dos pacientes com insuficiência cardíaca (IC), gerando altos custos para a
saúde pública. É importante considerar que os pacientes diagnosticados com depressão têm um aumento de 4 vezes mais
elevados em termos de mortalidade em comparação com aqueles que não sofrem desta doença. Nas últimas décadas,
os estudos em IC foram com base nos efeitos da doença, reinternações, qualidade de vida e os custos para a saúde
pública, deixando de lado fatores psicossociais, como depressão, o que teria um impacto negativo no alto de pacientes.
Embora precise de um número maior de estudos e pesquisas para a compreensão desta doença. A depressão clínicaé uma doença que envolve uma combinação de elementos que interferem com a capacidade das pessoas para realizar
suas atividades habituais. Deve notar-se que os pacientes com IC têm ciclos que variam de períodos de estabilização à períodos de hospitalização, causando sintomas depressivos alteradas no curto período de tempo, dependendo do
estado de saúde do paciente, quer estejam hospitalizados e entre a quarta e a sexta semana após a alta.
O objetivo deste estudo é fornecer informação detalhada e com base em pesquisa sobre depressão em dados de IC, a
considerar a necessidade de diagnóstico e implementar o tratamento precoce em pacientes, melhorando a qualidade
de vida e evitando assim a progressão da sua doença.
Palavras-chave: Depressão; Insuficiência cardíaca; Impacto; Mecanismos fisiopatológicos; Diagnóstico; Tratamento
Introducción
“Es necesario el conocimiento de la enfermedad y sus
efectos en los pacientes pero también entender el impacto
de esos efectos en la calidad de vida de los mismos”1.
Las enfermedades cardiovasculares (ECV) y la depresión
son actualmente las dos causas más comunes de discapacidad
en los países de altos ingresos y se espera que para el
año 2030 llegarán a igual magnitud en el resto del mundo2.
En los Estados Unidos de Norteamérica, aproximadamente,
unos 250.000 individuos mueren cada año a causa
de insuficiencia cardíaca crónica (ICC), cifra que se ha
incrementado en los últimos 40 años3. Esto se debe al
mayor número de rehospitalizaciones por falla cardíaca,
lo cual implica altos costos a la salud pública. Se estima
que en los Estados Unidos el costo estimado excede los
20 billones de dólares anuales. Actualmente, son diagnosticados
500.000 nuevos casos cada año, estimando un
total de más de 5.000.000 portadores de esta enfermedad
en dicho país3,4.
Por otra parte, la depresión está presente entre el 17%-
37% de los pacientes con ICC5, generando que los indicadores
económicos relacionados con ambas patologías
revelen un aumento en costos de salud pública6,en la
utilización de servicios de salud7 y pérdida de productividad8,9.
Adicionalmente, las ECV y la depresión afectan
profundamente la calidad de vida en general10,11, más aún
para los pacientes con insuficiencia cardíaca (IC)12. Se
podría argumentar que del estado de ánimo (y de allí la
importancia de la depresión) depende el más importante y
significativo motor de calidad de vida en general. Siendo
primordial considerar que los pacientes con diagnóstico
de depresión presentan un incremento 4 veces mayor en
términos de mortalidad, comparado con aquellos que no
la presentan13.
La depresión en los pacientes con ICC se incrementa
en aquellos con diagnóstico de insuficiencia cardíaca
descompensada (ICD) que se encuentran hospitalizados,
enlenteciendo su recuperación14 e incrementando los
días de hospitalizacion15,16; todo esto asociado a un peor
pronóstico e incremento en las tasas de mortalidad17-19.
Van Melle y col.20 demostraron que los pacientes con IC
asociada a una fracción de eyección del ventrículo izquierdo
(FEVI) menor del 30% tienen un riesgo potencial de
desarrollar depresión en el futuro.
La depresión en la ECV es frecuente, persistente, no
reconocida y mortal. Durante los últimos 20 años, se ha
encontrado que la depresión no sólo es más común en
pacientes cardíacos que en la población general; sino
que también, es un factor de riesgo de morbilidad y mortalidad
cardíaca, independientemente de los factores de
riesgo tradicionales. Esta relación entre la depresión y la
morbilidad cardíaca probablemente implica efectos fisiológicos
y conductuales de depresión. Afortunadamente, la
detección de la depresión en pacientes cardíacos es sencilla
y los métodos de diagnóstico, esencialmente, permiten el
diagnóstico de trastorno depresivo mayor (TDM) y menor
en otros entornos.
Los estudios en pacientes con ICC se han centrado en
las últimas décadas en los efectos de dicha enfermedad,
rehospitalizaciones, calidad de vida y costos para la salud
pública; dejándose de lado factores psicosociales como la depresión. Ésta tendría un alto impacto nocivo sobre
los pacientes. Son muchos los estudios que encontraron
que la prevalencia de depresión en pacientes con IC es
desproporcionadamente elevada cuando se la compara
con la prevalencia en la población general.
Los síntomas de depresión y de TDM son frecuentemente
infradiagnosticados y subtratados en pacientes con ECV.
Esto es de particular importancia, ya que varios estudios
han demostrado que la depresión y sus síntomas asociados
son un importante factor de riesgo para el desarrollo
de ECV, incidiendo tanto en la tasa de morbi-mortalidad
como en la calidad de vida, especialmente, luego de un
infarto agudo de miocardio (IAM) o el desarrollo de IC.
El objetivo de este trabajo es aportar información y
datos basados en las investigaciones sobre depresión
en pacientes con ICC, para considerar la necesidad de
realizar el diagnóstico y aplicar un tratamiento precoz en
los pacientes. Revisaremos la prevalencia, la etiología, el
pronóstico y las alteraciones fisiopatológicas relacionadas
con las ECV en los pacientes con depresión. También,
describiremos los estudios sobre el tratamiento de la
depresión en pacientes con ECV. El tratamiento de la depresión
en pacientes con ECV mejora su distimia y otros
signos y síntomas de la depresión, mejora la calidad de
vida, y tal vez incluso, aumenta la longevidad. Sobre la
base de la más reciente evidencia de la investigación, se
examinarán las estrategias de intervención psicosociales y
farmacológicos para manejar la depresión en el contexto
de las ECV, señalando la necesidad de ensayos controlados
aleatorios en curso. Por último, revisaremos los beneficios
potenciales de la utilización de un enfoque integrado y
multidisciplinario. Proponiéndose recomendaciones para
futuras investigaciones.
Criterio diagnóstico
La depresión incluye síntomas tales como una sensación
de estado de ánimo disminuido, pérdida de interés o pérdida
de placer en actividades, trastornos del sueño, fatiga
o alteración de la concentración21.
Uno de los métodos más utilizados para diagnosticar la
depresión con criterio es el Manual de diagnóstico y estadística
de los trastornos mentales (DSM-IV: Diagnostic
and Statistical Manual of Mental Disorders) de la American
Psychiatric Association que ha evolucionado a lo
largo de varias décadas22. Ciertos criterios se utilizan para
clasificar a un individuo de padecer una distimia (trastorno
del estado de ánimo), duelo (una reacción a la pérdida),
trastorno de adaptación con estado de ánimo depresivo
(una reacción limitada en el tiempo a un evento) o el TDM
con una mayor gravedad de los síntomas asociados con la
depresión. Todas estas agrupaciones sindrómicas pueden
ocurrir en pacientes cardíacos.
Hay una serie de reacciones psicológicas que potencialmente
pueden ocurrir después de los eventos agudos23. El
estado de ánimo depresivo se experimenta comúnmente
como reacción a un evento coronario agudo, o para el
caso de cualquier enfermedad u operación que sea considerada
como amenazante para la vida y el bienestar. Si
los pacientes son manejados integralmente, esta depresión
puede ser de carácter temporal y, por lo tanto, clasificada
como un trastorno de adaptación. Por lo tanto, la forma
más común de la depresión experimentada después de los
eventos coronarios agudos es un “trastorno de adaptación
con estado de ánimo depresivo”24,25. Esto se ve en los
grupos de control sin tratamiento de los ensayos aleatorios
de tratamiento de depresión en pacientes cardíacos,
en los que hay una marcada reducción en la depresión en
el tiempo26-28.
Mientras que la prevención y el tratamiento de la depresión
es importante para todos los pacientes cardíacos, los
pacientes que cumplen criterios de TDM se encuentran
en alto riesgo de eventos adicionales comórbidos y tienen
particularmente mala calidad de vida. Por lo tanto,
estos pacientes requieren especialmente una detección
precoz y sensible, un diagnóstico preciso y un manejo
cuidadoso29-32.
Epidemiología
La prevalencia de la depresión en pacientes con enfermedad
cardíaca es bastante variable33,34. Desde hace tiempo
se ha reconocido que las formas leves de depresión se
encuentran en hasta dos tercios de los pacientes después
de un IAM33,35. Esta prevalencia es de más de dos a tres
veces mayor que en la población general, aunque quizás
no mucho mayor que la prevalencia en el ciclo de vida
previsto para la población en general36, siendo aún más
frecuente en pacientes con ICC, generalmente, más del
20%, con una prevalencia relacionada con la gravedad de
la clase funcional (CF), yendo desde un 10% en pacientes
asintomáticos al 40% en aquellos con deterioro grave de la
CF37. La depresión en pacientes con IC también es un predictor
independiente de mortalidad y rehospitalización38.
En un estudio de Suzuki y col.39, dos años después de recibir
un cardiodesfibrilador implantable (CDI), más de una
cuarta parte de los pacientes se hallaron con depresión, y
aquellos pacientes que experimentan más descargas eran
los más propensos. En un reporte de Tully y Baker, en
promedio, parecería que un 15-20% de los pacientes tienen
TDM después de la cirugía de bypass aorto-coronario y,
probablemente, otro 15% presenta depresión menor o
estado de ánimo deprimido40.
Numerosos estudios coinciden que esta alta la prevalencia
de depresión en pacientes con IC, aunque determinar su
frecuencia exacta depende de los criterios diagnósticos
utilizados.
Etiología
Dado que la depresión es más común en pacientes cardíacos,
parecería que, o bien la depresión conduce a una
ECV, o la ECV conduce a depresión, o quizás ambas41.
Varios estudios han demostrado que la depresión en las
ECV presenta una categoría similar a la del colesterol
de lipoproteínas de alta densidad (LDLc) o a la proteína
C reactiva.
En promedio, los estudios etiológicos sugieren que la
presencia de depresión duplica el riesgo de desarrollar
una nueva ECV42. Barefoot y col., en un estudio longitudinal
de una población de daneses nacidos en 1914,
demostraron que la depresión, evaluada entre 1964 y
1974, predijo un aumento muy significativo del 70%
para IAM y un aumento del 60% en la mortalidad por
todas las causas en el seguimiento durante 17 años
posteriores43.
Otro enfoque ha sido la utilización de estudios de casos
y controles. En el estudio INTERHEART (Effect
of potentially modifiable risk factors associated with
myocardial infarction in 52 countries), Yusuf y col. demostraron
que los cuatro factores más importantes que
contribuyen a la presentación con síndromes coronarios
agudos (SCA) eran: obesidad abdominal, niveles inapropiados
en la relación apolipoproteína B/apolipoproteína,
tabaquismo, hipertensión arterial, factores psicosociales
(predominantemente depresión, estrés y acontecimientos
de la vida) y luego diabetes44. En el grupo control, la
prevalencia de un TDM fue aproximadamente la misma
que en la mayoría de las poblaciones no cardíacas
(7%), pero cerca de un 50% más en el grupo IAM. Sin
embargo, esto sólo contribuyó con alrededor del 9%
del riesgo atribuible, inferior a algunos otros factores
psicosociales45.
Existe una serie de mecanismos que incluyen alteraciones
en el sistema nervioso autónomo (SNA)46, función
y receptores de plaquetas47 y factores de coagulopatías
tales como el inhibidor del activador del plasminógeno
tipo 1 (PAI-1) y el fibrinógeno, citoquinas pro-inflamatorias48,
función endotelial, factores neurohormonales
y genéticos, como el mecanismo transportador de la
serotonina49,50. Además, la depresión está asociada con
una mala adherencia al tratamiento médico51. Si bien, es
probable que sean varios factores etiológicos asociados52.
Factores de riesgo para la depresión en pacientes cardíacos
Aunque hay algunas inconsistencias en la literatura, se
han establecido varios factores de riesgo para la depresión
en pacientes cardíacos. La mayoría de los estudios han
encontrado que los pacientes más jóvenes, las mujeres y
los pacientes con antecedentes premórbidos de depresión
son más propensos a tener depresión en el contexto de
las ECV53-57. Entre los pacientes que sufren de un SCA,
además de los factores anteriores, el aislamiento social,
los antecedentes previos al SCA y en algunos casos, la
diabetes, también pueden aumentar el riesgo de depresión55,56,58-60.
Estos factores, así como el mal estado funcional o peor
grado de severidad de IC según New York Heart Association (NYHA), también se han asociado a la depresión en
pacientes con IC61-63. Entre los pacientes de cirugía de
revascularización miocárdica (CRM), la depresión pre-
CRM se asocia más al sexo femenino, a una edad más
joven, a vivir solo y a menor educación64, y la depresión
post-CRM es más fácil de predecir, como es lógico, por
los síntomas pre-CRM depresivos y de ansiedad65. Del
mismo modo, entre los pacientes con un CDI, tener una
menor edad y sexo femenino predicen la depresión66; hay
algunos indicios, aunque la evidencia no es definitiva,
que las complicaciones del CDI están relacionadas con
mayores tasas de depresión66,67.
Condiciones psiquiátricas comúnmente comórbidas con depresión en pacientes cardíacos
Con respecto a los síntomas y condiciones comórbidas,
los síntomas de la ansiedad y los trastornos de ansiedad
formales están fuertemente correlacionados con la depresión
en una amplia variedad de poblaciones de pacientes
cardíacos. Síntomas elevados de ansiedad son muy frecuentes
en los pacientes cardíacos, incluyendo aquellos
que sufren un SCA68,69, aquellos con cardiopatía isquémica
estable70, los que participan de rehabilitación cardíaca71
y los hospitalizados por patologías cardíacas diferentes,
incluyendo la IC72.
Los trastornos de ansiedad se observan con frecuencia
en una amplia gama de pacientes cardíacos73 y de estos
trastornos, el trastorno de ansiedad generalizada (TAG) es
el más común por lejos. Por ejemplo, el TAG estuvo concomitantemente
presente en el 38% de los casos de TDM
en un gran estudio de pacientes ambulatorios con EC74. El
TAG fue comúnmente asociado como comorbilidades con
el TDM en los pacientes que padecían un SCA75.
Además del TAG, el trastorno de estrés postraumático
(TEPT) es común entre las poblaciones específicas de pacientes
cardíacos deprimidos, especialmente los pacientes
de CRM y aquellos que reciben CDI. Entre los pacientes
sometidos a CRM, el TEPT se produce en aproximadamente
el 15% de los pacientes40,76. Dao y col. encontraron
que más de la mitad de los pacientes en la cirugía coronaria
con TEPT tenían depresión concomitante76. El TEPT es
común (18-37% en dos estudios identificados) entre los
pacientes con un CDI y se asocia frecuentemente con
depresión77,78. En estos pacientes, el TEPT puede deberse
al evento cardíaco que requiere la colocación de un CDI
o al gatillado del dispositivo en sí79.
Los trastornos de ansiedad, especialmente el TAG, pueden
estar asociados con mayor mortalidad y otros resultados
cardíacos adversos, independiente de los factores de riesgo
tradicionales y de depresión70,74,80,81; por lo tanto estos
trastornos que son tan a menudo asociados con la depresión,
también deben ser tratados. Hay controversia sobre
si los efectos del TAG y del TDM, afectando la ECV son
aditivos. Algunos autores80, pero no todos70, encontraron
estos efectos aditivos.
Asociación entre la depresión y la ECV
Una multitud de estudios en los últimos 15 años han
confirmado que la depresión se asocia con eventos cardiovasculares,
independientemente de los factores de riesgo
tradicionales. En individuos sanos, la depresión se ha
asociado de forma independiente con el desarrollo y progresión
de EC84-87 y con mortalidad relacionada con ECV88.
Los pacientes deprimidos con EC inestable parecen estar
en mayor riesgo. En un estudio de van der Kooy y col.
89, la presencia de depresión post-IAM predijo eventos
cardíacos recurrentes, así como en otros estudios se evidenció también una mayor tasa de mortalidad por causa
cardiovascular90-93 y por todas las causas (2,4 veces) 90,94.
Por otra parte, los síntomas depresivos después de un IAM
se han asociado con un aumento de reingresos hospitalarios,
especialmente por causas cardíacas y con una reducción
de adopción de conductas de prevención secundaria,
incluyendo el abandono del tabaco, la actividad física y
la rehabilitación cardíaca95-98.
Respecto al momento de aparición de la depresión, un
meta-análisis de 2012 encontró que la depresión era un
predictor independiente de la mortalidad y la morbilidad
cardíaca después de un SCA, independientemente de
que la depresión estuviera presente antes o después de
la aparición de la ECV; sin embargo, la depresión que
aparece dentro de los siguientes 30 días de un evento
cardíaco agudo fue fuertemente ligada a mayor morbilidad
y mortalidad99.
La depresión también parece tener un fuerte impacto cardiovascular
en pacientes con otras formas de patologías
cardiovasculares. La depresión clínicamente significativa
aumenta el riesgo de IC, y en pacientes con IC establecida
se relaciona con una mayor utilización de servicios
de salud, hospitalizaciones más frecuentes y un aumento
mayor de 2 veces en el riesgo de mortalidad37,100.El aumento
de los síntomas depresivos también fue vinculado
a la recurrencia de fibrilación auricular (FA) en pacientes
tras la cardioversión de la arritmia101 y con aumento de
la mortalidad cardiovascular en pacientes con FA e IC102.
En pacientes sometidos a CRM, la depresión se ha asociado
con mayor tiempo de hospitalización103, peores
resultados funcionales104,105, más complicaciones perioperatorias103,
peor calidad de vida106, progresión de la
enfermedad aterosclerótica107, mayor tasa de rehospitalización105 y la mortalidad40,108,109. Finalmente, la depresión se
ha asociado con mayor tasa de mortalidad, independiente
de otras covariables, en pacientes con un CDI110.
La falta de respuesta al tratamiento para depresión parece
poner a los pacientes con depresión post-SCA en mayor
riesgo de eventos cardíacos recurrentes111 por todas las
causas de mortalidad112. Estos resultados se exacerbaron
por la presencia de ansiedad concomitantemente, asociándose
de forma independiente con eventos cardíacos
recurrentes y mayor mortalidad113, relacionándose con una
mala respuesta al tratamiento de depresión114-116. Otros pacientes
que también están en riesgo incluyen aquellos con
anhedonia (incapacidad para experimentar placer)117,119
y los que tienen una personalidad tipo D (estructura de
personalidad que se caracteriza por afectividad negativa
e inhibición social)120, aunque esta última asociación es
objeto de controversia121.
Pronóstico
La depresión es un potente predictor de supervivencia después de un IAM42,92,122 y también en pacientes con IC38,102,123. Pacientes con depresión después de un IAM tienen un aumento de tres veces en la mortalidad, ajustado por edad, sexo, tabaquismo, gravedad clínica utilizando la clasificación Killip-Kimball y FEVI124. Este aumento de la mortalidad en pacientes con depresión también se ve en otros SCA125.
Ansiedad
La ansiedad es común en las ECV73 y una alta proporción de pacientes con ECV y depresión sufren un trastorno de ansiedad comórbido69. La ansiedad se asocian independientemente con un incremento de la mortalidad en pacientes con EC, particularmente en presencia de la depresión concomitante126. La ansiedad y la depresión comparten algunos características fisiopatológicas similares. La trayectoria cambiante de la ansiedad y la depresión después de un IAM fue descrito por primera vez hace muchos años127. La presencia de ansiedad después de un evento cardíaco agudo predice el desarrollo posterior de la depresión116. Es evidente que la presencia de ansiedad junto con depresión requiera mayor consideración en la planificación adecuada de las estrategias de tratamiento.
Calidad de vida
La mejora o la restauración de la calidad de vida es un aspecto importante en el tratamiento de pacientes con ECV. Los estudios transversales de los pacientes con ECV confirman una fuerte asociación entre depresión y calidad de vida128. Se podría argumentar que la depresión es en realidad el piloto más importante de la calidad de vida en general129. En los pacientes con ICC, parece que la depresión predice con más fuerza la calidad de la vida que las variables sociodemográficas, el estilo de vida tales como el alcohol y el tabaco, la gravedad de la IC (utilizando la clase funcional de la NYHA, FEVI, N-terminal pro-péptido natriurético cerebral), o las comorbilidades130. Por el contrario, factores sociales y el estado de salud también pueden predecir el desarrollo posterior de la depresión en pacientes con ICC131.
Aislamiento social
Hay muchos problemas psicosociales que son importantes para el manejo de los pacientes con ECV129 que no serán discutidos detalladamente; pero unos pocos serán aludidos. La asociación entre el aislamiento social y la mortalidad posterior ha sido reconocida desde hace muchos años132. Además, existe una estrecha relación entre depresión y aislamiento social, tanto como para tener un gran impacto en la calidad de vida, así como la mortalidad. Se ha sugerido que la disminución de la calidad de vida relacionada con el aislamiento social en pacientes con ICC podría ser mediada por la depresión133. Es importante para prevenir el aislamiento social, reducir al mínimo los factores que contribuyen al mismo, tales como la pérdida del empleo134,135. El apoyo social de los contenedorescuidadores, como miembros de la familia y amigos, es muy importante. Sin embargo, ellos a su vez necesitan apoyo136. En pacientes con ICC, se ha demostrado que la depresión es tiene un efecto mucho más perjudicial que padecer una FEVI disminuida o una mala clase funcional137. Además, se ha demostrado que el burnout (síndrome que aparece como una respuesta al estrés prolongado, puntualmente cuando las demandas exceden la capacidad de respuesta de una persona) del cuidador coloca al paciente en riesgo adicional de depresión138.
Adherencia y autocuidado
La falta de adherencia al tratamiento tiene una carga clínica y económica significativa139. Existe una estrecha relación entre depresión y adherencia a la medicación51,140-142. La tasa de no adhesión a la medicación en pacientes con ECV y depresión es probablemente el doble de la de los pacientes no deprimidos140 . Del mismo modo, los pacientes deprimidos tienen menos probabilidades de adherirse a los hábitos de vida beneficiosos, tales como la participación en la actividad física regular y dejar de fumar. Se ha demostrado que la mejora en la depresión está asociada de forma independiente con la percepción subjetiva de la adherencia superior a los medicamentos y comportamientos de prevención secundaria, mientras que no así con la ansiedad143. Por lo tanto, es posible que la prevención y el tratamiento de la depresión puedan mejorar la adherencia del paciente. En un estudio aleatorizado, la mejora de la depresión no parece tener un gran impacto en la adherencia del paciente144. Sin embargo, esto debe ser probado en estudios más grandes, tal vez con más intervenciones diseñadas específicamente para mejorar la adherencia. Una serie de propuestas de intervención se han sugerido para mejorar los resultados145.
Neurobiología de la depresión y su contribución a la ICC
En múltiples procesos fisiopatológicos se entrelazan los TDM y las ECV146,147. En particular, la depresión y la IC comparten muchos posibles mecanismos biopsicológicos147-164.
Prevalencia e impacto de la depresión en la calidad de vida en pacientes con IC
Estudios transversales
Un meta-análisis de pacientes con IC realizado por Rutledge
y colaboradores37 demostró una tasa de prevalencia
puntual de depresión clínicamente significativa del 21,5%,
una tasa de 2 a 3 veces mayor que la de la población general36
(basado en entrevistas clínicas, revisión de historia
clínica del paciente o inventarios de síntomas de depresión,
por ejemplo, el Inventario de Depresión de Beck [BDI:
Beck Depression Inventory]165 o escala de autoevaluación
de ansiedad de Zung166). La tasa de prevalencia global
media de la depresión menor (definida como una puntuación
BDI≤10), sobre la base de 13 estudios con 5.376
participantes, fue aún mayor (35,5%)37.
Seguramente, la gravedad de los síntomas de depresión
varían entre las personas con subclases de IC (por ejemplo,
IC sistólica o diastólica o con FEVI conservada vs
disminuida). En el estudio Depression After Myocardial
Infarction167 pacientes con depresión luego de un IAM
presentaban una tendencia hacia una menor FEVI, pudiendo
experimentar síntomas congestivos (por ejemplo,
disnea)168.
Pocos estudios han examinado la influencia de las características
de los pacientes seleccionados (por ejemplo, género,
raza) sobre la prevalencia de depresión en pacientes
con IC169. En un estudio con una proporción sustancial
de los participantes con IC y FEVI <40%, casi el 50%
padecían depresión (según lo medido por el BDI165), y
de esos pacientes, más de la mitad eran mujeres169. Por
otra parte, en comparación con los pacientes no deprimidos
con IC, los pacientes con depresión reportaron una
significativa peor calidad de vida169, caracterizada por
The Medical Outcomes Study 36-item short form health
survey (SF36)170 y el Minnesota Living with Heart Failure
Questionnaire (MLHFQ)171.
Evangelista y col.172 mostraron los resultados de un estudio
transversal con 241 pacientes con IC sistólica avanzada
(7% de los pacientes era de raza negra no latina, 22,8%
eran latinos y el 60,7% restante de raza blanca no latina),
donde los pacientes de raza negra tenían los niveles más
altos de depresión (p=0,026) en comparación con los
pacientes latinos, según las mediciones del cuestionario:
9-item Patient Health Questionnaire (PHQ-9)173.
Impacto negativo de la depresión en pacientes con IC
Estudios longitudinales
La depresión aumenta el riesgo de IC174, sobre todo en
aquellos pacientes en peligro de IC (por ejemplo, pacientes
con hipertensión arterial sistólica)175. De hecho, en un
estudio de May y col.176 se analizaron las historias clínicas
de 7.719 pacientes que, en el momento del diagnóstico de la EC (con ≥70% de estenosis en arterias coronarias), no
cumplían con los criterios para depresión o IC. En este
estudio, la depresión se asoció con un mayor riesgo para
desarrollar IC (hazard ratio [HR]=1,50; IC del 95%, 1,38
a 1,63; p<0,0001)176.
El estudio MIND-IT (Myocardial Infarction and Depression
Intervention Trial)20 mostró que, después de
un IAM, la prevalencia y la gravedad de la depresión
están relacionados entre sí con el grado de disfunción
cardíaca y el desarrollo de IC. Los niveles de FEVI se
correlacionaron inversamente con las puntuaciones del
BDI luego de 3 meses post-IAM. También se encontró una relación inversa entre FEVI y TDM, es decir, una
FEVI menor se asoció con una mayor tasa de depresión
entre 3 a 12 meses después del IAM (p<0,01)20. El análisis
de regresión logística no ajustado mostró que los
pacientes con disfunción ventricular izquierda severa
(FEVI <30%) después de un IAM tenían 4,46 veces más
probabilidades (IC 95%, 2,91-6,83) de estar deprimido
en comparación con aquellos con función ventricular
izquierda conservada (FEVI> 60%)20.
En otro estudio longitudinal, DeWolfe y sus colegas177
cuantificaron la relación entre los puntajes del PHQ-9 y
MLHFQ en un estudio con pacientes ambulatorios. El
MLHFQ evaluó la carga de enfermedad en la calidad
de vida de los pacientes. Incluso cuando se controla por
otros factores (por ejemplo, edad, género, FEVI, índice
de masa corporal, etiología isquémica de la IC, diabetes,
hipertensión, clase funcional según NYHA), lo que podría
afectar a la relación entre las 2 escalas, la depresión
se asoció con una peor calidad de vida177.
La depresión clínicamente significativa a menudo complica
el manejo de la IC (por ejemplo, aumenta la tendencia
a utilizar los recursos de salud6,7, las rehospitalizaciones8
y el desarrollo de eventos clínicos adversos). Rutledge y
colaboradores37, en un meta-análisis de depresión e IC,
revisaron 8 estudios de cohortes independientes178-183,
que iban de 6 meses a más de 4 años de seguimiento de
la incidencia de la mortalidad y de eventos cardiovasculares
asociados (por ejemplo, trasplante cardíaco) en
asociación con la depresión. La estimación del riesgo
agregado reveló un aumento de más de 2 veces de riesgo
de mortalidad y eventos clínicos asociados para pacientes
con IC y síntomas depresivos o un trastorno depresivo
(riesgo relativo=2,1; IC 95%, 1,7-2,6). Sin embargo, los
resultados de los estudios individuales179,180 indicaron que
se requieren más estudios37.
Una investigación más reciente ha confirmado y ampliado
la asociación entre depresión e IC184,185.
En el estudio Atrial Fibrillation and Congestive Heart
Failure, con pacientes con FA y FEVI ≤35%, ambas con
más de 6 meses de evolución y una historia de IC sintomática,
Frasure-Smith y colaboradores102 incluyeron 974
pacientes (de los cuales el 85% eran hombres) seguidos
durante más de 3 años, demostrando que el aumento
de los síntomas de depresión (medido por el BDI-II186
score ≥14) se asociaron con un aumento de la mortalidad
cardiovascular (HR ajustada=1,57; IC del 95%, 01,20 a
02,07; p<0,001), muerte por arritmia (HR ajustada=1,69;
IC del 95%, 1,13-2,53; p=0,01) y mortalidad por todas
las causas (HR ajustada=1,38; IC del 95%, 1,07 a 1,77;
p=0,01)187.
Pruebas de detección para el diagnóstico de depresión en pacientes con IC
Desafortunadamente, la depresión a menudo no se reconoce,
o sea, no se diagnostica en pacientes con IC188, muy
probablemente debido a la superposición de los síntomas
de IC (por ejemplo: disnea, cambios de peso, falta de sueño)
con los síntomas neurovegetativos de la depresión (por
ejemplo: disminución de la energía y la concentración,
insomnio, disminución del apetito, lentitud psicomotora)189. En 2008, Thombs y colaboradores32 publicaron
una revisión sistemática de la exactitud de la detección
de la depresión en los pacientes con EC, demostrando
que al mejorar los instrumentos de detección, independientemente
de los síntomas depresivos ya confirmados,
se obtenía una sensibilidad que oscilaba entre el 39% y el
100% (con una media del 84%) y una especificidad que
iba del 58% al 94% (media de 79%). El enfoque inclusivo
(es decir, incluyendo los síntomas somáticos que se utilizan
para hacer diagnóstico de depresión) ha dado lugar
a una diferencia de casi 2 veces más en las estimaciones
de depresión (en pacientes ancianos hospitalizados)190.
El enfoque exclusivo (es decir, la eliminación de los elementos
somáticos suministrando una mayor especificidad)
diagnosticaba un porcentaje menor189,190. Se han observado
tasas de mortalidad más altas en pacientes después de un
IAM, quienes presentaron niveles de síntomas depresivos
generalmente no considerados clínicamente significativos
(es decir, score de BDI de 4-9, por debajo del límite normal
de <10 para identificar la depresión leve) e inferior
a los niveles generalmente considerados predictivo de
mortalidad luego de un IAM, comparados con aquellos
sin depresión191. Lespérance y col.124 también observaron
un aumento en la mortalidad cardíaca con puntuación de
BDI <10, mostrando una asociación dosis-dependiente
entre el nivel de depresión en el trascurso de un IAM y
la mortalidad cardíaca a largo plazo, independiente de
los factores de pronóstico establecidos; explicándose por
la mejora en los síntomas depresivos. Al igual que los
niveles de colesterol de lipoproteínas de baja densidad,
los síntomas depresivos, dentro del rango normal para una
población sana, pueden representar un factor de riesgo
cardíaco en pacientes con EC124.
La American Heart Association30 recomienda la detección
de la depresión con cualquiera de las 2 breves herramientas
para detección de depresión (es decir, PHQ-2192 o el
PHQ-9173). Si la respuesta es “sí” a una o ambas preguntas
sobre la PHQ-2, a continuación, se les debe pedir todos los ítems del PHQ-9. El PHQ-9 es eficiente y fácil de realizar;
el PHQ-9 ha sido utilizado con éxito en las unidades de
hospitalización cardíacas con buena aceptación por parte
del personal y los pacientes193.
En 2005, McManus y col.194 en un estudio que utilizaba el
PHQ-2 (≥3) y el PHQ-9 (≥10) dieron como resultado una
excelente especificidad (92% y 90%, respectivamente),
pero pobre sensibilidad (39% y 54%, respectivamente) en
pacientes con EC.
Las herramientas de evaluación no están diseñados para
establecer un diagnóstico, ya que no se basan en tener
todos o la mayoría de los síntomas relevantes. Las herramientas
más eficaces (por ejemplo, el PHQ-9195) son
fáciles de administrar e interpretar. Por lo tanto, estas
herramientas de detección deben ser utilizadas para tomar“atajos” para identificar quién necesita una evaluación
más profunda.
Los trastornos del sueño pueden aumentar el riesgo de
depresión concomitante196, pero la depresión no se diagnostica
si el estado de ánimo deprimido o la anhedonia (incapacidad
de sentir emociones positivas en una situación
que normalmente debería provocar este tipo de emociones,
incapacidad de ser feliz, alegre) están ausentes, incluso en
un paciente con 5 ó más síntomas neurovegetativos. Los
criterios para diagnosticar depresión se basan en padecer
síntomas, incluyendo el estado de ánimo depresivo o
anhedonia (pérdida de placer).
Después de una evaluación inicial, a los pacientes con
depresión significativa se les debe evaluar el riesgo de
suicidio197,198.
En un estudio prospectivo de 158 pacientes ancianos con
IC, Cully y col.188 utilizaron un score de 15 ítems para la
detección de depresión en atención primaria (15 item Geriatric
Depression Scale)199, relacionándolo con pacientes que
recibieron tratamiento con antidepresivos. Los pacientes
que dieron positivo para la depresión (durante un período de
revisión de historias clínicas de 18 meses), según lo medido
por este score, eran 3 veces más propensos a recibir, ya sea
medicamentos psicotrópicos o de utilizar los servicios de
salud mental188.
Depresión en pacientes con insuficiencia cardíaca
La depresión clínica es un desorden que consiste en
una combinación de elementos que interfieren con la
capacidad de las personas para realizar sus actividades
habituales200.
La depresión enlentece la recuperación14, incrementa los
días de hospitalización15,16, asociándose a peor pronóstico
y mayor tasa de mortalidad17-19.
La depresión afecta significativamente las medidas subjetivas
de la gravedad de la IC, como la clase funcional
según NYHA o la prueba de la marcha de 6 minutos
(PM6M). A pesar de estas observaciones, son muchos
los estudios que encontraron que la prevalencia de depresión
en pacientes con IC es desproporcionadamente
elevada cuando se la compara con la prevalencia en la
población general201.
La superposición de síntomas en los pacientes con IC y
depresión requiere buscar formas alternativas de diagnóstico
probable, con mayor sensibilidad que permitan
alertar sobre la misma, lo que resultaría en beneficio para
el paciente, al implementar precozmente el tratamiento
adecuado182,202.
La depresión es la condición psiquiátrica más prevalente
en el mundo con alta recurrencia, a pesar del tratamiento.
Según Segal y col.203, el riesgo para repetir nuevos episodios
excede el 80%.
En nuestro estudio204, se incluyeron 46 pacientes con
diagnóstico de ICC, a los cuales se les realizó una
evaluación psicológica con el test de la Organización
Mundial de la Salud (OMS) para determinar diagnóstico
probable de depresión, demostrando una alta prevalencia
de depresión (57%). Este hallazgo sugeriría que son necesarias
nuevas investigaciones para detectar en forma
precoz esta comorbilidad y aplicar estrategias de manejo
efectivas en los pacientes con ICC y depresión (Tabla 1).
Coincidiendo estos hallazgos con la evidencia que sugiere
que la prevalencia de depresión es alta, y quizás
se incrementa aún más en individuos con ICC, fue
reportada una frecuencia de hasta 77% de depresión en
los mismos13,205. Teniendo en cuenta que la frecuencia
de depresión hallada varía de acuerdo a la población
estudiada, a los métodos diagnósticos y a la clasificación
utilizada203.
Tabla 1. Cuestionario de 5 ítems de la OMS para depresión
También, se debe tener en cuenta que los pacientes con
IC presentan ciclos entre períodos de estabilización y
períodos de hospitalización, esto lleva a que los síntomas depresivos se modifiquen en el corto tiempo,
dependiendo del estado de salud del paciente y de la
condición en que se encuentra el mismo, hospitalizado
o posterior al alta.
La ansiedad es un estado que afecta de manera negativa a los
pacientes con ICC, se caracteriza por la falta de habilidad
para percibir y reaccionar frente a situaciones negativas de
la vida cotidiana206. Aunque son considerablemente menores
las investigaciones sobre ansiedad en comparación a
depresión, existe evidencia sugiriendo que la prevalencia
de ansiedad es alta cerca de un 63%, dependiendo del
subgrupo de pacientes con IC estudiado y siendo mayor
dicha frecuencia en los pacientes más jóvenes207.
Según investigaciones, la ansiedad es predictor de
deterioro de la clase funcional al año, pero no tendría
influencias en la frecuencia de rehospitalizaciones y/o
mortalidad208,209.
Fisiopatología de la depresión en la IC
Habría pocos estudios examinando los mecanismos que actúan en la depresión y su asociación con la morbilidad y mortalidad en los pacientes con ICC. Se plantean dos caminos ligados a la depresión en ICC: conductual y fisiopatológico (Figura 1).
Figura 1. Mecanismos potenciales de asociación entre depresión y mal pronóstico de enfermedad cardíaca.
Mecanismos conductuales
En estos mecanismos se evidencia la relación negativa
de la depresión en lo que refiere a mayor número de rehospitalizaciones
y mayor mortalidad en pacientes con
IC, observándose una falta de adherencia al tratamiento
médico. La falta de cumplimiento al tratamiento médico
y planes alimentarios se observó entre un 42%-64% de
los pacientes, rehospitalizados por falla cardíaca210,212.
Constituyendo un predictor de presencia 3 veces mayor
de falta de adherencia comparado con pacientes con IC
sin depresión51.
Mecanismos fisiopatológicos
Se ha encontrado activación excesiva del sistema nervioso
particularmente el sistema nervioso simpático
(SNS). El estrés que presentan estos pacientes frente
al manejo de las situaciones y la imposibilidad frente a
las mismas acrecienta el mismo. Hay mayores niveles
de noradrenalina en plasma, menor variabilidad de la
frecuencia cardíaca y descarga catcolaminergica213,214.
Esta activación también incrementa los factores de
coagulación con mayor incremento en la formación
de trombos, debido a un estado de hipercoagubilidad
y agregación plaquetaria215,216, así como también, alteraciones
del ritmo cardíaco y mayor incremento de
arritmias cardíacas217.
Las emociones negativas son disparadores de isquemia
miocárdica. El estrés mental ocasionaría isquemia
con oclusión coronaria y causa de infarto. Además la
disfunción endotelial, consecuencia del incremento de
catecolaminas en plasma, produciría vasoconstricción
y menor velocidad de flujo coronario218,222.
A continuación desarrollaremos estos temas.
Disfunción neurohormonal y
del sistema nervioso autónomo
Los avances en la psiquiatría biológica han incluido descubrimientos
de numerosos neurotransmisores químicos,
neuroendocrinos y alteraciones neuroanatómicas en la
depresión. Propuesto como complementos importantes en
el diagnóstico de los sujetos deprimidos, algunos de estos
marcadores biológicos puede reflejar alteraciones fisiopatológicas
importantes que contribuyen a la mayor vulnerabilidad
de los pacientes con depresión hacia una ECV.
Éstas incluyen: hiperactividad simpático-suprarrenal,
disminución de la variabilidad de la frecuencia cardíaca
(VFC), inestabilidad ventricular e isquemia miocárdica
inducidas por estrés mental y alteraciones plaquetarias223.
Dos componentes centrales principales a la respuesta al
estrés (observado por Cannon en 1911224) y al síndrome
de adaptación general (descrito por Selye225), son el eje
hipotálamo-hipofisario-suprarrenal (EHHS) y el sistema
simpático-suprarrenal (SSS). En respuesta al estrés, las
neuronas hipotalámicas que contienen el factor liberador
de corticotrofina (CRF: corticotropin-releasing factor) aumentan
la síntesis y liberación de corticotrofina (ACTH),β-endorfina y otra pro-opiomelanocortina, productos de la
región anterior de la glándula hipófisis. Muchos estudios
han documentado la evidencia de la hiperactividad del
EHHS en los pacientes con TDM libres de medicación,
tales como: concentraciones elevadas de CRF en el líquido
cefalorraquídeo226-231, brote de la respuesta de ACTH a la
administración de CRF, la no supresión de la secreción
de cortisol después de la administración de dexametasona,
hipercortisolemia y crecimiento de las glándulas
adrenales e hipófisis, así como la evidencia directa de un
aumento del número de neuronas hipotalámicas con CRF
en el tejido postmortem de los pacientes con depresión en
comparación con los controles232,233.
Es conocido de hace larga data que la administración de
corticosteroides induce hipercolesterolemia, hipertrigliceridemia
e hipertensión arterial (HTA). Otras acciones de
los esteroides, favoreciendo la aterosclerosis, incluyen las
lesiones de las células endoteliales de los vasos234, de laíntima235-237 y la inhibición de la cicatrización238. De hecho,
las concentraciones de cortisol plasmático elevadas por
la mañana se han correlacionado significativamente con
aterosclerosis coronaria moderada a severa en jóvenes y
pacientes de mediana edad239.
Muchos pacientes con TDM también presentan una
alteración funcional del SSS. En conjunto, la médula suprarrenal
y el SNS comprenden el SSS. A pesar de que la
regulación del SSS por parte del sistema nervioso central
(SNC) es sólo parcialmente caracterizado, las neuronas
hipotalámicas que contienen CRF proporcionan estímulos
a varios centros autónomos implicados en la regulación
de la actividad simpática240-242.
Los impulsos nerviosos de los centros de regulación en
el SNC controlan la liberación de catecolamina del SSS.
Condiciones fisiológicas y patológicas provocan la activación
del SSS, entre ellas: actividad física, isquemia coronaria,
IC y estrés mental. La epinefrina o adrenalina (Adr)
plasmática proviene de la glándula suprarrenal, mientras
que las concentraciones de norepinefrina o noradrenalina
(NA) en plasma son secretadas por en gran parte por las
terminales nerviosas simpáticas, el resto de la NA es proporcionada
desde la médula de la glándula suprarrenal y
células cromafines extra-adrenales. Las concentraciones
de NA plasmática periférica se determinan no sólo por la
frecuencia de liberación de las terminaciones del SNS,
sino también por la recaptación en las terminales presináptica,
la degradación metabólica local y la redistribución
en múltiples compartimentos fisiológicos.
La hipersecreción de NA en la depresión unipolar se ha
documentado por las elevadas concentraciones de NA y sus
metabolitos en plasma y en orina243-246. No sólo los pacientes
con depresión presentan elevadas concentraciones plasmáticas
de NA basales, sino que aquellos con melancolía
presentan aún mayores concentraciones en plasma de NA
cuando son sometido a pruebas ortostáticas comparados
con sujetos de control normales y pacientes con depresión,
pero sin melancolía247. Además, los pacientes con depresión
que son sometidos a la prueba no supresora (dosis bajas)
de dexametasona presentan concentraciones plasmáticas de
NA basales y por estímulo con frío significativamente más
elevadas que los pacientes con depresión que son sometidos
a la prueba supresora (dosis alta) de dexametasona247.
Por lo tanto, la hiperactividad SSS parece representar
un marcador de depresión, reflejando el aumento de la
liberación de CRF dentro el SNC y contribuyendo al
desarrollo de ECV como consecuencia de los efectos de
las catecolaminas sobre el corazón, los vasos sanguíneos
y las plaquetas. La activación del SSS modifica la función
de las plaquetas circulantes por acción directa sobre ellas
e indirectamente por cambios inducidos por las catecolaminas
sobre factores hemodinámicos (aumento del
estrés de cizallamiento vascular), lípidos circulantes y la
inhibición de la síntesis de eicosanoides vasculares248-254.
Los metabolitos del ácido araquidónico, tales como las
prostaglandinas y los leucotrienos, contribuyen a diversas
funciones circulatorias y hemostáticos, tales como la
inhibición de la agregación plaquetaria, la contractilidad
y permeabilidad vascular255.
Frecuentemente, los pacientes jóvenes hipertensos256 y
sujetos con gasto cardíaco en el límite superior normal,
que posteriormente evolucionan a HTA con resistencia
vascular sistémica elevada, presentan niveles elevados de
NA en plasma257.
Incluso se ha encontrado que los pacientes con depresión
y normotensos presentan una frecuencia cardíaca (FC) en
reposo más elevada con el ortostatismo y después de la
realización de ejercicio, comparados con controles normales.
Estos pacientes con depresión también presentan
mayores concentraciones plasmáticas de NA y serotonina
en reposo258.
La activación neurohormonal juga un papel particularmente
importante en la conexión entre la depresión y la IC. Los
niveles de catecolaminas circulantes (por ejemplo, epinefrina
y norepinefrina) se encuentran elevadas en pacientes con IC, especialmente en aquellos con IC descompensada,
relacionándose mayores niveles de norepinefrina con una
mayor mortalidad en esta enfermedad259,260. Además, los
incrementos en plasma, así como los niveles de líquido
cefalorraquídeo de norepinefrina se han observado en
pacientes con TDM en la medida de ser capaz de causar
aumento de la mortalidad en la IC261. Las anomalías en el
EHHS también pueden desempeñar un papel importante,
como el cortisol (y aldosterona), vinculados de forma independiente
con la mortalidad en la IC y los pacientes con
depresión que presentan niveles elevados de cortisol226-233.
Tal hipercortisolemia y otras anomalías relacionadas con
el EHHS en la depresión, pueden inducir o empeorar
otras ECV, ya que estas alteraciones están asociadas con
el desarrollo y progresión del síndrome metabólico, una
condición caracterizada por dislipidemia, obesidad, HTA y
resistencia a la insulina, vinculados con mayor morbilidad
y mortalidad cardíaca.
Más allá de los niveles elevados de catecolaminas y cortisol
circulante, otras anomalías en el sistema nervioso
autónomo (SNA) también pueden contribuir a la relación
entre depresión y ECV. Puesto que el corazón está inervado
por los sistemas nerviosos simpático y parasimpático,
la interacción entre estas dos fuerzas opuestas ayuda
al corazón a hacer cambios en respuesta a factores de
estrés. Los pacientes con antecedentes de cardiopatía
isquémica o IC presentan un patrón de aumento de la
actividad simpática y disminución de la parasimpática;
esto se manifiesta por disminución de la sensibilidad
barorrefleja y disminución de la variabilidad de la FC262.
Este patrón de disfunción autonómica se ha asociado con
una mayor mortalidad en pacientes con IC262 y SCA más
frecuentes262-264 y mayores tasas de FA recurrente después
de la cardioversión101. En estudios con animales, un patrón
de disfunción autonómica se asoció con mayores tasas de
fibrilación ventricular durante los episodios isquémicos
recurrentes265, representando un mecanismo por el cual la
disfunción autonómica conduce a una mayor morbilidad
y mortalidad en los pacientes cardíacos.
Disminución de la variabilidad de la frecuencia
cardíaca
Las alteraciones de la actividad del SNA, como lo demuestra
la reducción de la VFC, representan otro posible mecanismo
que contribuye a la disminución de la supervivencia
de los pacientes con depresión y ECV. Posiblemente, las
fluctuaciones de latido a latido en los parámetros hemodinámicos
reflejan la respuesta dinámica de los sistemas
de control cardiovasculares a una innumerable cantidad
de perturbaciones fisiológicas, como las fluctuaciones
de la FC asociadas con la respiración. Por lo tanto, las
fluctuaciones de la FC pueden proporcionar una medida
del funcionamiento de la rápida respuesta del SNA (simpático
y parasimpático) y del sistema renina-angiotensinaaldosterona
(SRAA). La homeostasis cardiovascular,
fisiológicamente, se encuentra en equilibrio mediante el
SNA a través de presorreceptores y quimiorreceptores
para mantener estable la FC, la conducción aurículoventricular
y la contractilidad, así como también sobre la
vasculatura periférica, regulando la presión arterial y el
tono vasomotor venoso, todo ello modulado a su vez por
el sistema humoral (SRAA, etc.)266.
En base a que la FC varía con cada latido, la VFC es la
variación, en tiempo, entre los latidos sucesivos del corazón,
es decir los intervalos R-R. La capacidad aeróbica,
por ejemplo, influye en la VFC y refleja la interacción y el
equilibrio entre el SNA simpático y el SNA parasimpático,
regulando el ritmo cardíaco.
La VFC es un índice no invasivo de la acción vagal tónica
que regula al corazón. Por ejemplo, con un tono vagal
disminuido, la actividad simpática aumentada o ambas
se ocasiona una disminución de la VFC y se predispone
a la fibrilación ventricular (FV). La VFC se encuentra
disminuida después de un IAM, recuperándose en un plazo
de 6 a 12 meses posteriores, aunque permanece más baja
que en individuos normales. En un IAM, es frecuente la
destrucción de fibras nerviosas con el resultado local de
reducción del tono vagal; un vaso ocluido se asocia con un
menor tono vagal y mayor mortalidad. La VFC parece ser
un marcador superior a la FEVI para pronosticar eventos
arrítmicos, y su combinación con los otros marcadores
de riesgo permite mejorar la exactitud predictiva positiva.
El control de la VFC se realiza principalmente a través
de la vía colinérgica parasimpática del nervio vago267.
El control de la FC está regulado por el hipotálamo, el
sistema límbico y el tronco cerebral. Numerosos neurotransmisores
del SNC están implicados en la modulación
de la VFC, incluyendo la acetilcolina, la NA, la serotonina
y la dopamina268.
En los corazones normales con buena función cardíaca, se
observa un alto grado de VFC, mientras que la VFC puede
estar disminuida significativamente en los pacientes con
EC o IC269. Por otra parte, el riesgo de muerte súbita cardíaca
(MSC) después de un IAM es significativamente mayor
en los pacientes con una disminución de la VFC270-275.
La VFC es uno de los muchos factores pronósticos post-
IAM (otros son: edad, FEVI, arritmias, etc.). Sin embargo,
su valor predictivo positivo es moderado si se considera
aisladamente276-278. De los muchos factores arritmogénicos,
el tono autonómico es el más difícil de medir278, de allí el
interés en la VFC. El análisis espectral de las mediciones
de la VFC se utiliza también para medir el control del
SNA del nódulo sinusal279-282 y la arritmia sinusal respiratoria283-285.
En pacientes con depresión, se ha observado una disminución
de la VFC en comparación con pacientes sin
depresión269,286, aunque existen reportes discrepantes287,288.
En los pacientes con EC confirmada angiográficamente,
la disminución de la VFC evaluada con Holter de 24
horas fue significativamente más frecuente en pacientes
con depresión comparados con pacientes sin depresión289.
Esta disminución de la VFC probablemente refleje una
disminución del tono parasimpático, predisponiendo a
arritmias ventriculares y a mortalidad cardiovascular en
pacientes con ECV y TDM290. Balogh y col.291, en un n estudio sin grupo control), demostraron la normalización
de la reducción de la VFC en pacientes con depresión
después de un tratamiento eficaz.
La importancia pronóstica inducida por los antidepresivos
en mejorar esta disminución de la VFC de los pacientes
con depresión sigue siendo una zona de duda. Esperándose
que las futuras investigaciones diluciden esta zona.
Isquemia miocárdica e inestabilidad ventricular
frente al estrés mental
Durante mucho tiempo se ha pensado que la combinación
de un miocardio vulnerable después de un IAM o angina
inestable, asociados a una excitación emocional negativa
puede desencadenar arritmias ventriculares fatales292. La
interacción de estos factores en pacientes con EC está
siendo permanentemente evaluada. Jiang y colaboradores293
realizaron un seguimiento a 126 pacientes con EC
durante 1 a 5 años. En este estudio, fue inducida isquemia
miocárdica por estrés mental en pacientes con EC, asociándose
con tasas significativamente elevadas de eventos
cardíacos fatales y no fatales, independientemente de la
edad, FEVI basal e IAM anterior. Este estudio plantea la
hipótesis que la relación entre el estrés psicológico y los
eventos cardíacos adversos está mediada por la isquemia
miocárdica; pero, aunque la isquemia miocárdica sea
probablemente el factor más significativo en la predisposición
a la inestabilidad ventricular, también contribuyen
otros factores.
Los mecanismos de control de SNC pueden reducir
significativamente el umbral y así facilitar a una FV294.
Interpretándose que la FV es el mecanismo por el cual se
produce la MSC, que a su vez es la causa más común de
mortalidad entre los pacientes con EC295.
El estrés psicológico predispone a tener una actividad
ventricular anormal (arritmias), reduciendo el umbral
del período vulnerable ventricular, incluso hasta el punto
de provocar una FV. El nervio vago, sin embargo, ejerce
una actividad antiarrítmica por acción directa sobre el
miocardio ventricular y la interferencia con la actividad
simpática296.
El aumento de la actividad parasimpática tiene un efecto
protector sobre el miocardio desestabilizado eléctricamente
por aumento del tono adrenérgico295.
Los esfuerzos psicológicos y físicos pueden provocar
una respuesta de estrés (o de desadaptación); es decir,
el organismo reacciona a las fuerzas perjudiciales que
perturban la homeostasis fisiológica297,298. El estrés
psicológico en pacientes con EC aumenta la actividad
ectópica ventricular y el riesgo de padecer una FV299,300.
Hay varias similitudes entre la respuesta al estrés y al
TDM. Ambos pueden ser caracterizados por el aumento
de la presión arterial y la FC, así como al aumento de la
excitación y al gasto de energía301.
Es importante resaltar, que tanto para la respuesta al estrés
como para la depresión, existen 2 estructuras críticas
del cerebro, el locus coeruleus y el núcleo central de la
amígdala, ambos a su vez inervados por las terminales
nerviosas que contienen CRF302,303. La respuesta al estrés
y al TDM se diferencia, sin embargo, en algunos aspectos.
En la depresión, la respuesta al estrés habitual parece
escalar hasta un estado patológico304-305, no pudiendo
responder adecuadamente a las respuestas contrarreguladoras
habituales, resultando en una versión sostenida
de un fenómeno habitualmente transitorio (tales como
hiperactividad del EHHS).
En 1995, Frasure-Smith y colaboradores91 propusieron que
la depresión empeora el pronóstico después de un IAM,
especialmente a través de arritmias ventriculares. El riesgo
de MSC asociada con síntomas depresivos significativos
presentó un porcentaje mayor entre los pacientes con 10 ó más extrasístoles ventriculares por hora (60% de estos
pacientes murieron dentro de los 18 meses), sugiriendo a
la arritmia como el vínculo entre la depresión y la MSC91.
Los pacientes con depresión y EC no son más propensos a
tener arritmias que los pacientes con EC y sin depresión,
pero el riesgo asociado a la depresión define el pronóstico.
En este estudio, los pacientes sin depresión experimentaron
un pequeño aumento en el riesgo asociado con arritmias,
incluso en aquellos con FEVI disminuida91. Por lo
tanto, el impacto pronóstico puede estar más relacionado
a la depresión que a las arritmias.
En el estudio CAST (Cardiac Arrhythmia Supression
Trial) en 1991306, la supresión de la frecuencia de arritmias
ventriculares en pacientes post-IAM con encainida,
flecainida o placebo no redujeron, sino que aumentaron
el porcentaje de mortalidad; a pesar de que los estudios
previos habían revelado que las arritmias ventriculares estaban
asociadas con un aumento de la mortalidad después
de un IAM. El tratamiento de la depresión puede ser el
componente necesario para mejorar la supervivencia en
pacientes con arritmias ventriculares prematuras.
Aumento de la agregación y de la actividad
plaquetaria
Los efectos adversos de la depresión incluyen ser también
a las alteraciones de las plaquetas. Markovitz y
Matthews307 propusieron que las respuestas de plaquetas
frente al estrés psicológico podrían dar lugar a eventos
isquémicos de la arteria coronaria. Esta asociación entre
la activación de plaquetas y la enfermedad vascular fue
avalada por estudios que relacionan la enfermedad cerebrovascular
y la depresión. Los estudios de la tercera
edad (Established Populations for Epidemiologic Studies
of the Elderly) estudiaron prospectivamente a 10.294
personas de 65 años y mayores durante de 6 años y determinaron
que las tasas de accidente cerebrovascular
(ACV-stroke), ajustados por edad, discapacidad física y
otros trastornos médicos, fueron 2,3 a 2,7 veces mayores
en las personas diagnosticadas con altos niveles de
síntomas depresivos frente a aquellos con bajos niveles
de síntomas depresivos308.
En otro estudio prospectivo309, Morris y col. evaluaron a
103 pacientes con ACV por TDM o distimia, aproximadamente,
2 semanas después del evento. Estos pacientes presentaron una probabilidad de óbito de 3,4 veces más
que los pacientes sin depresión (p=0,007) durante un
período de seguimiento de 10 años, incluso después de
controlar varias variables (edad, comorbilidad médica, tipo
de ACV y localización de la lesión) (p=0,03).
Las plaquetas desempeñan un papel central en hemostasis,
trombosis, desarrollo de aterosclerosis y síndromes
coronarios agudos310 a través de su interacción tanto con
componentes del endotelio del vaso dañado, como con
los factores de coagulación plasmáticos, principalmente
la trombina. Las plaquetas contienen adrenérgicos, serotoninérgicos
y receptores dopaminérgicos. A través de la
estimulación de los alfa2-adrenoceptores en la membrana
de las plaquetas, se incrementan los niveles circulantes de
catecolaminas (0,4 nmol/L), potenciándose los efectos
de otros agonistas y, a concentraciones más altas, iniciar
la respuesta de plaquetas, incluyendo la secreción, la
agregación y la activación de la vía del ácido araquidónico.
Después de una lesión del endotelio vascular, las
plaquetas y los leucocitos circulantes atacan a la nueva
capa subendotelial que se encuentra expuesta. La adhesión
de las plaquetas al colágeno (y otros componentes de la
matriz subendotelial), expuestos en el área denudada del
endotelio vascular, junto con la trombina estimulan la
activación de las plaquetas y convierten los complejos
de membrana de las plaquetas GPIIb/IIIa en receptores
funcionales para el fibrinógeno. La activación también
se acompaña de extrusión o secreción de contenido de
los gránulos de almacenamiento de las plaquetas en el
medio extracelular.
Las plaquetas activadas por la lesión en la pared del vaso
aceleran la formación local de la trombina y liberan una
variedad de productos de sus gránulos de almacenamiento,
incluyendo los factores quimiotácticos y mitogénicos
que inducen la migración de leucocitos de la sangre y la
proliferación celular vascular. Estos productos de plaquetas
secretadas, tales como el factor plaquetario 4, la
beta-tromboglobulina y la serotonina, estimulan y reclutan
a otras plaquetas, causando más agregación plaquetaria y
de forma irreversible, llevando a la formación de un trombo.
Las plaquetas también contribuyen al daño vascular
mediante la estimulación de la captación de lipoproteína
por los macrófagos y mediante vasoconstricción a través
de la producción y/o liberación de sustancias tales como
el tromboxano A2, factor activador de plaquetas y la serotonina258.
96 Varios estudios clínicos han confirmado la
importancia de la plaqueta en el daño vascular311-313; por
ello, los fármacos antiagregantes plaquetarios son útiles
en la prevención y el retardo de la progresión secundaria
de las lesiones ateroscleróticas314.
La susceptibilidad aumentada de la activación de las
plaquetas de los pacientes con depresión podría ser un
mecanismo por el cual se incrementaría el riesgo para
de ECV y ACV y/o la mortalidad después de un IAM315.
En otro reciente estudio piloto, 21 pacientes que padecían
ECV y TDM presentaron un aumento de la activación
plaquetaria medida por las concentraciones plasmáticas
marcadamente incrementada de la secreción de productos
del factor plaquetario 4 y beta-tromboglobulina en
comparación con 17 sujetos de control sanos y 8 pacientes
sin depresión con ECV316. Aunque los mecanismos
responsables siguen siendo desconocidos, posiblemente
la susceptibilidad aumentada a la activación plaquetaria
y la secreción subyacente aumente la vulnerabilidad a
ECV y/o mortalidad después de un IAM en los pacientes
con depresión.
La serotonina secretada por las plaquetas induce tanto la
agregación plaquetaria como la vasoconstricción coronaria,
ambos mediados por los receptores 5HT2. Especialmente
la vasoconstricción ocurre cuando los mecanismos
de regulación de la relajación vascular por parte de las
células endoteliales normales fallan, esto acontece en la
EC316-318.
De hecho, en la HTA esencial, los niveles elevados de
colesterol en plasma, la edad avanzada y el tabaquismo,
son conocidos factores que predisponen al desarrollo de
ECV, contribuidos por la secreción de serotonina mediada
por la activación plaquetaria. Además, esta secreción
de serotonina también ha sido descrita en los trastornos
afectivos, especialmente en los TDM. Una considerable
evidencia se ha acumulado en estas últimas décadas en
apoyo a la hipótesis que alteraciones del SNC y de las
funciones serotoninérgicas de las plaquetas se producen
en pacientes con depresión319.
La secreción de serotonina mediada por la activación plaquetaria
puede contribuir al desarrollo de aterosclerosis,
trombosis y vasoconstricción. Incluso, a pesar de que la
serotonina es un débil agonista plaquetario, se amplifica
notablemente su reacción plaquetaria por una variedad
de otros agonistas tales como difosfato de adenosina
(ADP), tromboxano A2, catecolaminas o trombina. Por
acción sobre los receptores 5HT2, la serotonina mejora la
extensión de la agregación de plaquetas y la liberación de
los productos de gránulos de almacenamiento de las plaquetas
y metabolitos del ácido araquidónico en respuesta
a concentraciones de agonistas ineficaces318. Tal respuesta
serotoninérgica de las plaquetas se produce a bajas concentraciones
aumentando cuando se libera serotonina de
las plaquetas sometidas a estrés de cizallamiento320 y por
la activación plaquetaria por contacto con una lesión de
la pared arterial321-327.
Se ha encontrado que pacientes con depresión presentan
reducciones significativas en el número de plaquetas y
sitios de serotonina del cerebro tal como se detecta por la
unión de clorhidrato de imipramina328-331, así como con un
ligando más selectivo: hidrocloruro de paroxetina319,332.
Las plaquetas de los pacientes con depresión presentan
un significativo aumento las concentraciones de calcio
intracelular libre después de la estimulación de serotonina
en comparación con los controles333-337. De este modo,
las plaquetas con concentraciones de calcio intracelular
libre elevadas, como las observadas en los pacientes con
depresión, podrían presentar una mayor activación en
comparación con sujetos normales en condiciones basales
o en respuesta a la agregación inducida por el estrés de
cizallamiento. Serán necesarias futuras investigaciones para confirmar la interconexión de los mecanismos fisiopatológicos
de la hiperactividad simpático-suprarrenal, de la
exagerada reactividad de las plaquetas y de las alteraciones
en el sistema de la serotonina plaquetaria en los pacientes
con depresión y a la probabilidad de desarrollar ECV.
La adhesión, activación y agregación plaquetaria son
componentes importantes de la enfermedad cardíaca, y el
aumento de actividad de las plaquetas puede conducir a
episodios coronarios. La serotonina juega un papel clave
en la biología de las plaquetas a través de su unión con
el receptor 5-hidroxitriptamina (5-HT) de las plaquetas.
En las arterias ateroscleróticas, la serotonina conduce a
la agregación plaquetaria338-347. Además, los niveles elevados
de serotonina en la sangre predicen EC y futuros
eventos cardíacos isquémicos en pacientes con sospecha
de EC348. Los ISRS, que teóricamente agotan las reservas
de serotonina de las plaquetas mediante la inhibición de
la captación plaquetaria de serotonina, también disminuye
la agregación y la actividad de las plaquetas in vitro y
en pacientes con EC349,350. En conjunto, estos hallazgos
dan crédito a la teoría de que la serotonina, a través de
su actividad en la agregación plaquetaria, se asocia con
la isquemia de miocardio y otros eventos cardíacos.
La disfunción plaquetaria también se produce en pacientes
que sufren TDM o menor; los pacientes con depresión
tienen anormalidades en la sangre y en los niveles de
serotonina plaquetaria351, aumento de las concentraciones
del receptor de serotonina plaquetaria352,353 y los niveles
anormalmente bajos de serotonina en plaquetas transportadoras354,
sugiriendo que sus plaquetas son más sensibles
a la serotonina y menos capaces para removerlo de la
circulación sanguínea. Además, hay evidencia que sugiere
que las plaquetas de pacientes depresivos son hiperactivas351, 355-357. Esta disfunción serotoninérgica y plaquetaria
podría mediar el aumento de riesgo de eventos isquémicos
en estos pacientes.
Inflamación
La contribución de la inflamación en el desarrollo global
de ECV, y en especial los eventos cardíacos agudos, se encuentra
bien documentada. Las citoquinas inflamatorias se
han asociado con la formación de la placa aterosclerótica,
su progresión y ruptura; como tales, son los principales
contribuyentes a la patogénesis de la EC, de SCA, de
angina inestable y de IAM358,359. Además, la inflamación
juega un papel clave en la patogénesis de ciertos tipos de
IC360,361. En general, las citocinas inflamatorias: proteína
C reactiva (PCR) en EC e interleucina-6 (IL-6) en IC,
han sido predictivas de la mortalidad cardiovascular y la
progresión de la ECV en individuos sanos88 y en pacientes
con EC362 e IC363-365.
La depresión también se ha relacionado con el aumento
de los niveles de citoquinas (específicamente PCR, IL-1 e
IL-6), tanto en pacientes con y sin antecedentes de ECV366-368. En un estudio donde se reclutaron 908 pacientes sin
ECV conocida, Kop y col.88 encontraron que la depresión
predice la mortalidad cardiovascular; el control de los marcadores
inflamatorios reduce esta asociación en un 12,7%,
sugiriendo que la inflamación contribuye en parte a los
efectos de depresión sobre la mortalidad cardiovascular.
Del mismo modo, en un estudio de 559 mujeres con sospecha
de isquemia cardíaca, Vaccarino y col.369 encontraron
que la depresión predice eventos cardiovasculares, y el
control de los factores inflamatorios (PCR, IL-6) redujo
esta asociación en un 20%, sugiriendo de nuevo una pequeña,
pero significativa contribución a los efectos de la
depresión en los eventos cardíacos.
Hay al menos dos posibles mecanismos por los que la
inflamación, la depresión y la ECV están ligados. El
primero es la interacción neurohumoral e inmunológica.
Por lo tanto, en la depresión, las acciones de la serotonina
reducidas sobre los receptores pueden estar vinculados a
un aumento de las citoquinas y a posteriores efectos sobre
los eventos cardiovasculares370,371. En segundo lugar, los
niveles elevados de citoquinas inflamatorias (por ejemplo,
interferón-gamma) se asocian con aumento de la actividad
de una enzima que degrada el triptófano (un precursor de
la serotonina) a quinurenina en pacientes con ECV372. Esto
probablemente provoca niveles más bajos de serotonina,
pudiendo representar otro enlace mecánico que conecta la
inflamación a la depresión en pacientes con ECV.
Factores de comportamiento
Los factores de comportamiento están involucrados , sin
duda alguna, en la relación entre la depresión y la ECV.
Los pacientes con depresión son menos propensos a involucrarse
en comportamientos que promueven la salud,
incluyendo el mantenimiento de una dieta saludable97,373,
ejercicio regular97,374, adherencia a los tratamientos97,373,375,
reducción del estrés97 y programas de rehabilitación
cardíaca luego de un IAM376,377. Estos pacientes también
tienen más dificultad para bajar su colesterol después de un
IAM378. La falta de adherencia al tratamiento y a la aptitud
física están asociados con un mayor riesgo de eventos cardiovasculares
en ciertas poblaciones379,380, y esto, además,
sugiere que los cambios de comportamiento asociados con
la depresión pueden estar asociados con progresión de EC
e IC en pacientes con y sin ECV establecida.
La reducción de la adherencia a los comportamientos de
prevención secundaria clave en pacientes cardíacos con
depresión puede ser modificable con el tratamiento de los
síntomas depresivos373.
Diagnóstico probable de depresión
El diagnóstico de depresión en pacientes con IC presenta
dificultades, dado que los síntomas depresivos son a veces
minimizados por los médicos clínicos o generalistas y
atribuidos a la capacidad funcional disminuida de estos
sujetos. Como el hecho de presentar un episodio de depresión
se asocia con una peor evolución de la enfermedad
cardiovascular, los profesionales deben ser capaces de
diagnosticar la depresión en estos pacientes sustentándose en los criterios del Diagnostic and Statistical Manual of
Mental Disorders, Fourth Edition (DSM-IV)22 y utilizando
entrevistas estructuradas para tal fin. (Tabla 2).
Tabla 2. Criterios diagnósticos de trastorno depresivo mayor según DSM-IV
En pacientes con ICC, la prevalencia de depresión mayor
estaría entre un 14-26%38,381-383; sin embargo, los síntomas
depresivos aislados pueden ser detectados entre un 24-85%
de los pacientes38,381,384-388.
Estudios recientes muestran a la depresión como un factor
de riesgo independiente de mortalidad13,382,384,389,390.
Por lo menos un 30-50% de los síndromes depresivos
en pacientes ambulatorios no son diagnosticados391,392.
Una de las razones por la cual no se diagnostica la depresión,
y por lo tanto no se trata, sería la similitud con
la sintomatología de la ICC. Atribuyéndose a la primera
síntomas como fatiga, pérdida de energía, problemas de
concentración, aprendizaje y memoria, pérdida o ganancia
de peso y trastornos del sueño29,391.
La depresión también estaría malinterpretada como una
reacción psicológica a una enfermedad física, siendo subestimado
en estos casos el tratamiento con antidepresivos.
Otro motivo podría ser que el médico tratante no tendría
en cuenta ciertos síntomas al hacer el interrogatorio, y
el paciente podría no notar sus síntomas o tan sólo no
comunicarlos29,391.
Los desordenes depresivos en pacientes con ICC estarían
asociados a mayor incidencia de IAM y muerte súbita por
causa cardíaca391. Además, la depresión ha sido identificada
como uno de los predictores más fuertes de deterioro
de la función cardíaca, por ejemplo de la clase funcional
(NYHA), síntomas cardíacos y funciones psicosociales23,385.
Havranek y col.385 identificaron 4 factores de
riesgo independientes para desarrollar síntomas depresivos
en pacientes con ICC: vivir solo, abuso de alcohol, situación
económica baja a causa de grandes costos sanitarios,
mal estado de salud al inicio de la enfermedad. De estos
factores la falta de cuidados por terceros fue identificado
como el mayor factor psicosocial que contribuye a la
depresión en la ICC383 (Tabla 3).
Tabla 3. Factores de riesgo para el desarrollo de depresión en
insuficiencia cardíaca
En pacientes con ICC, es importante reconocer los llamados signos depresivos ocultos: en lugar de la usual tristeza, baja autoestima, sentimiento de culpa u otra expresión emocional del ánimo depresivo, la persona manifiesta irritabilidad emocional (enojo, hostilidad, llanto o ira), así como también ansiedad, excesiva preocupación, múltiples problemas hipocondríacos. Además, la falta de energía, la fatiga inusual y el insomnio pueden ser síntomas semejantes a los de pacientes con IC, que usualmente sufren de disnea, fatiga, intolerancia al ejercicio y edema, confundiéndose los mismos393. Sin embargo, es importante considerar que la depresión influye de manera subjetiva al momento de cuantificar la clase funcional, la PM6M y la gravedad de la IC, parámetros que dependen en gran medida de la percepción del paciente. Todo ello genera dudas al momento de plantearnos el diagnóstico de depresión394.
Identificación de la depresión en pacientes cardíacos
A pesar de la existencia de tratamientos eficaces y seguros
para la depresión en pacientes cardíacos, ésta sigue siendo
poco reconocida y subtratada en esta población395,396. En
un estudio de pacientes post-IAM, menos del 15% de los
pacientes con depresión fueron identificados con precisión
por sus equipos de tratamiento, y sólo el 11% recibió
tratamiento con antidepresivos395. Teniendo en cuenta el
aumento de la morbilidad y mortalidad asociada con la
depresión, es importante que estos pacientes sean más
consistentemente identificado.
La detección de rutina de los pacientes cardíacos con
depresión es una forma potencial de mejorar la detección
de la depresión en esta población de pacientes. La American
Heart Association recomienda que esta detección se
realice en forma sistemática mediante los Cuestionarios
de Salud para pacientes de 2 y 9 ítems (PHQ-2 y PHQ-
9)30,126,173,192, dos herramientas breves para la depresión. El
PHQ-2 pregunta sobre la presencia y frecuencia de estado
de ánimo deprimido y la anhedonia, mientras que el PHQ-
9 incluye preguntas sobre los nueve criterios diagnósticos
para el TDM (las dos primeras preguntas del PHQ-9 son
las del PHQ-2). Ambas herramientas de evaluación son
eficientes en tiempo y tienen el potencial para integrar las
evaluaciones estándares para pacientes hospitalizados y
ambulatorios. Por otra parte, las puntuaciones elevadas
en estas escalas tienen valor pronóstico; por ejemplo, la
detección positiva utilizando este método de dos pasos
se han asociado de forma independiente con eventos cardíacos
posteriores en pacientes ambulatorios con EC397 y
una detección positiva por el PHQ-2 se ha asociado con
mayor mortalidad en pacientes con IC398.
En cuanto a las características de funcionamiento de estas
herramientas en pacientes cardíacos, Thombs y col.399,
en un estudio de pacientes ambulatorios con EC, encontraron
que el PHQ-2 tuvo una sensibilidad del 82%, una
especificidad del 79%, un valor predictivo positivo del
52% y un valor predictivo negativo del 94%, por lo que es
una razonable y buena herramienta de evaluación en esta
cohorte, especialmente teniendo en cuenta su brevedad
sustancial y excelente capacidad de excluir al TDM399.
En la misma cohorte, el PHQ-9 tuvo una sensibilidad del
54%, una especificidad del 90%, un valor predictivo positivo
del 61% y un valor predictivo negativo del 88%399.
El criterio de selección de dos etapas recomendando el
uso de ambos elementos no parecen ser superiores a la
utilización de cualquiera de las herramientas por sí sola
para la detección399. Sin embargo, un análisis relacionado
del mismo estudio encontró que el uso del PHQ-2 seguido
del PHQ-9 descartó a casi la mitad de la muestra de
someterse al PHQ-9397,400,401.
Ha habido mucha controversia acerca de las recomendaciones
de la AHA, en gran parte porque no hay evidencia
de que la detección sistemática solo para depresión, ya
sea en la población general o en pacientes cardíacos,
mejora los resultados del paciente. Los críticos han sugerido
que las recomendaciones de la AHA deben ser
reconsideradas402. Las preocupaciones específicas han
incluido el potencial mal diagnóstico de los pacientes con
estas herramientas de detección, en lugar de someterse a
entrevistas psiquiátricas confirmatorias402-407.
Tratamiento de la depresión
El tratamiento de esta enfermedad requiere la participación
de un equipo multidisciplinario con la asistencia de
personal de salud mental que ayude en la elección del
tratamiento farmacológico y no farmacológico, para cada
paciente.
Son escasos los datos acerca del tratamiento no farmacológico
en pacientes con ICC.
Es conocida su influencia sobre la clase funcional y el
estado emocional de los pacientes con IC. La terapia
conductual se pensó para evitar el tratamiento farmacológico;
sin embargo, el estudio CREATE sugiere que la
psicoterapia no aporta valor comparado con el tratamiento
médico en el manejo de la depresión28.
Las intervenciones y la información están determinadas
para pacientes con enfermedad cardíaca como el IAM408.
Además, dichas intervenciones tienden a ser igual para
todos los pacientes sin individualizar el tratamiento de
cada uno. Por ello, serían necesarios nuevos modelos para
aplicarlos en forma individual. El apoyo social, familiar y
espiritual en las intervenciones de los pacientes con ICC
y depresión son fundamentales409.
Tanto pacientes como sus cuidadores y familiares requieren
adecuada información acerca de la depresión y de su
condición médica, así como también detalles acerca de
las opciones de tratamiento.
Se les debe brindar información acerca de la acción de
los antidepresivos, el tiempo de latencia hasta dar efecto
y los efectos adversos de los mismos410. El médico debe
incentivar la participación del paciente en el tratamiento,
para lograr la adherencia al mismo, con el fin de mejorar
la percepción del control de su enfermedad388.
La mayoría de los pacientes necesitan antidepresivos por
un lapso de 6 a 12 meses para evitar las recaídas, y así,
evitar un tratamiento indefinido a causa de una depresión
recurrente410.
Los antidepresivos del grupo de inhibidores selectivos de
la recaptación de serotonina (ISRS) son los fármacos de
primera línea, dada su baja toxicidad y menores efectos
adversos, comparados con los antidepresivos tricíclicos
(ATC)410. A pesar de esto, son pocos los estudios encontrados
del uso de ISRS en pacientes con ICC.
Los únicos estudios controlados en pacientes depresivos con cardiopatías fueron realizados con fluoxetina, paroxetina
y sertralina411,412, seguidos por el estudio a gran escala
SADHART-CHF413 (Safety and efficacy of sertraline for
depression in patients with heart failure). Se observó que la sertralina es un fármaco seguro en estos pacientes,
aunque comparado con placebo, no reduce los síntomas
de depresión de manera significativa sin mejoría en los
síntomas cardiovasculares de los pacientes.
Los tan esperados resultados del estudio MOOD-HF (Effect
of Escitalopram on All- Cause Mortality and Hospitalization
in Patients With Heart Failure and Depression) a pesar
de haber utilizado escitalopram, considerado un fármaco
más eficaz que sertralina y por tiempo prolongado de 24
meses, no resultó en diferencias significativas comparada
con placebo en todas las causas de mortalidad y hospitalización
y sin mejora significativa en los síntomas de depresión.
Por lo cual sostienen los autores que no estaría indicada en
el tratamiento de pacientes con IC y depresión.
Hay que prestar especial importancia a las interacciones
medicamentosas, debido a la polifarmacia en los pacientes
con IC414,415, ya que los ISRS inhiben la citocromo P450
y algunas de sus isoenzimas. Se presentaron reportes de
bradicardia severa (fluoxetina junto a beta bloqueantes),
aumento del efecto digitálico (paroxetina), incremento del
intervalo QT (paroxetina), aumento de la concentración
de beta bloqueantes (paroxetina, fluvoxamina) y amplificación
de la respuesta a los calcio antagonistas (fluoxetina)
416-419. Además se debe tener en cuenta el gran efecto
anticolinérgico (bloqueo de receptor m3) de la paroxetina,
ya que produce síndrome de abstinencia y reducción del óxido nítrico (NO)420.
Un dato de importancia es el aumento de la tendencia a
hemorragias que pueden presentarse a causa de los ISRS
debido a la reducción de serotonina en las plaquetas417.
En pacientes depresivos con o sin cardiopatía isquémica,
la paroxetina podría reducir la activación y agregación
plaquetaria en comparación a los grupos controles421,422.
Esto podría potenciar el riesgo de sangrado, el cual debe
ser considerado en aquellos pacientes con ICC que estén
anticoagulados a causa de una FA o antiagregados, luego
de un síndrome coronario agudo.
Los inhibidores selectivos de la serotonina son drogas
seguras y efectivas para el tratamiento pero se desconoce
sus efectos en el pronóstico de la IC423. Es necesario de
estudios con resultados favorables en lo que refiere a
morbilidad y mortalidad en estos pacientes, ya que los últimos estudios plantearon en sus objetivos en lo que
refiere a clase funcional y pronóstico, sin obtener los
resultados esperados201.
El tratamiento de la depresión en el contexto de la IC
implica hablar de varias terapias: la terapia psicológica
(psicoterapia), la terapia somática (medicamentos o terapia
de electroconvulsiva) o una combinación de ambas.
Psicoterapia de la depresión en IC
La psicoterapia utilizada en la depresión de pacientes
con ICC es la terapia cognitivo-conductual (TCC), donde
las orientaciones de la terapia cognitiva están enfocadas
en la vinculación del pensamiento y la conducta, y que
recogen los aportes de distintas corrientes dentro de la
psicología científica; siendo más que una mera fusión,
como aplicación clínica, de la psicología cognitiva y
la psicología conductista. Suelen combinar técnicas de
reestructuración cognitiva, de entrenamiento en relajación
y otras estrategias de afrontamiento y de exposición22,424.
Los practicantes de la TCC animan a sus pacientes
a controlar los pensamientos acerca de su condición
y/o evento que conducen a la depresión; los pacientes
son instruidos para formular vías alternativas de ver la
situación y luego tomar las medidas apropiadas425. El
tratamiento con TCC puede conducir a la mejora de los
pacientes, lograr una mayor adherencia y dar lugar a
un enfoque más positivo para la salud y la vida de los
pacientes con depresión e IC425.
Gary y col.426 compararon la eficacia de un programa
de TCC combinado de 12 semanas de tareas en el hogar
(n=18), con TCC sola (n=19), con tareas solas (n=20)
y la atención habitual (n=17) en pacientes con IC clase
funcional II a III según la NYHA con diagnóstico de
depresión (por la Escala de Hamilton para la depresión
[HDRS: Hamilton Depression Rating Scale])427,428. El
grupo de TCC y tareas combinadas exhibió un aumento
significativo en la PM6M después de 24 semanas
(F=13,5, p<0,001). Concluyendo que la psicoterapia
mejoró tanto los síntomas físicos como los depresivos,
resultando en una mejora de la adherencia y calidad de
vida en pacientes con IC426.
En un estudio multicéntrico, aleatorizado y controlado
aleatorio (Effects of Exercise Training on Depressive
Symptoms in Patients With Chronic Heart Failure: The
HFACTION Randomized Trial), Blumenthal y col.429
encontraron que aquellos pacientes con IC y depresión
que realizaron entrenamiento de ejercicios presentaron
una mejora significativa en los síntomas depresivos a los
3 meses y a los 12 meses.
Las psicoterapias positivas ayudan a los pacientes a
concentrarse en actividades específicas y optimistas,
mejorando la adherencia y calidad de vida430. Sin y Lyubomirsky,
en un meta-análisis431 de más de 50 estudios
de psicoterapia positiva en más de 4.000 sujetos sanos
en general, encontraron que estas terapias condujeron
constantemente a un aumento de felicidad, reducción de
la depresión y mejora en la calidad de vida.
Seguridad de los antidepresivos en la enfermedad
cardiovascular
Más allá del alcance de esta revisión, medicamentos seguros
y eficaces (por ejemplo, sertralina, que es el agente
más estudiado en pacientes con ECV27,413) y tratamientos
psicoterapéuticos (por ejemplo, la terapia cognitivo conductual,
utilizada con éxito en pacientes con ECV26,408)
están disponibles para los pacientes cardíacos con un
TDM. Por lo tanto, los pacientes que cumplen todos los
criterios para el TDM deben ser tratados, si los eventos cardíacos son recientes o remotos. Esperamos que la
detección sistemática y el tratamiento de depresión en
pacientes con ECV puedan conducir a mejores resultados
en esta población de alto riesgo.
Conclusiones
La presencia de depresión en los pacientes con IC es muy
común. Además, la IC presenta una elevada comorbilidad
y mortalidad, provocando costos económicos, sociales
y psicológicos en todo el mundo, siendo mayores aún
en aquellos pacientes que además padecen depresión5.
El TDM es altamente prevalente en pacientes con IC
y se asocia a una mala evolución comórbida de malos
resultados médicos y mala calidad de vida, incluyendo
un mayor riesgo de mortalidad. La evaluación e intervención
para la depresión asociada con ECV, tales como la
IC, son complicados, existiendo una baja colaboración
en las indicaciones médicas y una falta de adherencia al
tratamiento432. Esto genera nuevos desafíos en el diagnóstico
y tratamiento de la depresión32.
En la actualidad, existen escasos datos empíricos en lo
que respecta al tratamiento de la depresión433, en esta
cada vez más amplia población de pacientes con ECV434.
La evidencia revela que tanto el tratamiento psicoterapéutico
(TCC) como el tratamiento farmacológico
(sertralina y otros ISRS) son seguros y eficaces en la
reducción de la gravedad de la depresión en pacientes
con ECV433. La depresión y la IC deben ser tratadas en
conjunto en lugar de tratarse como condiciones aisladas.
Las escalas de clasificación de depresión, como el
PHQ-9, se deben utilizar para monitorizar la eficacia
terapéutica antidepresiva, tal como se mide la presión
arterial al iniciarse una terapia con antihipertensivos
para ajustar y controlar al tratamiento. Estos pacientes
con depresión e IC requerirán un seguimiento médico
y centros de control435-437, utilizándose programas de
atención coordinada para lograr una mayor adherencia
a los tratamientos cardíacos y psiquiátricos424.
La depresión comparte mecanismos neurohumorales similares
con la IC, con lo cual sería responsable de la alta
frecuencia de sus comorbilidades. Afecta negativamente el
pronóstico de dicha enfermedad según las numerosas investigaciones.
Poco se sabe si el tratamiento de la depresión
mejora el proceso de esta enfermedad, ya que los inhibidores
selectivos de serotonina serían efectivos y seguros
en los pacientes con IC, pero la evidencia aun no logra ser
determinante sobre el beneficio de estas drogas. Los datos
aún son contradictorios, siendo necesario un mayor número
de estudios randomizados para dilucidar el beneficio de
dicho tratamiento en pacientes con falla cardíaca.
Recursos financieros
Los autores no recibieron ningún apoyo económico para la investigación.
Conflicto de intereses
Los autores no presentan ningún conflicto de intereses.
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