EDITORIAL

“En momentos de crisis, sólo la imaginación
es más importante que el conocimiento”

Albert Einstein (1879-1955)

En medio de este tsunami llamado CoViD-19, a medida que aumentamos en su conocimiento, se incrementan las dudas y la incertidumbre sobre el futuro de la evolución de esta pandemia.
Seguramente existirán nuevas pandemias, por lo tanto, no debemos ver al CoViD-19 como un problema, sino como una oportunidad de aprendizaje y pertrecharnos para estar más preparados para lo que vendrá.
Si miramos hace un año atrás, muy pocos eran los que podrían haber predicho lo que hoy estamos viviendo; pero, si miramos desde el 20031,2, ya existían indicios de esta pandemia. Por lo tanto, deberíamos recapacitar y considerar que ignoramos los avisos y no nos preparamos para esta enfermedad, que para muchos nos tomó de sorpresa; pero, si afinamos los detalles y las señales, la posibilidad de la pandemia de CoViD sólo podría haber variado el 19 (recibió el nombre de CoViD-19 por el año de detección del primer caso ) por 18 ó por 20, ya que fueron ignoradas las elevadas probabilidades de ser real.
En la “ciencia” de CoViD-19, las certezas parecen estar en todas partes. Los académicos, profesionales y los medios, parecen conocer cabalmente lo que está sucediendo y exactamente qué hacer al respecto. No sólo aquellos que insisten en que la hidroxicloroquina nos salvará a todos, o que llaman a las mascarillas “bozales” o “pañales faciales”, o que afirman que muchos casos de CoViD-19 detectados son falsos positivos. También podemos dejar de lado a aquellos que eluden la realidad para sugerir que tendremos un mundo libre de CoViD-19 en unos meses, si simplemente seguimos sus consejos.
Más bien, estamos pensando en las muchas personas supuestamente racionales con credenciales científicas que hacen pronunciamientos públicos asertivos sobre el CoViD-19 que parecen sugerir que no puede haber motivos legítimos para estar en desacuerdo con ellos; pues al hacerlo, dan a entender que probablemente se encuentren con intereses espurios, no basado en pruebas, y luchando contra evidencias concretas, a la vista de un público desesperado por respuestas simples y claras, cuando, desafortunadamente, éstas no existan.
Como profesionales de la salud, nuestra obligación, responsabilidad y compromiso es transmitir certezas. Los datos estadísticos muchas veces no son fáciles de transmitir a una población ávida de información, y muchos comunicadores en forma negligente o bajo intereses desconocidos, los utilizan sembrando más incertidumbre, zozobra y angustia.
Por ello, no sólo es primordial acceder a buenas fuentes de información, sino también saber transmitir con credibilidad y contención a la población.
En cuanto al saber del CoViD-19, existe mucha incertidumbre sobre si la mutación viral está cambiando la virulencia del SARS-CoV-2, el grado de inmunidad personal generado por una infección previa con el SARS-CoV-2 u otro coronavirus endémico, la tasa de mortalidad por infección, el valor de las diferentes estrategias de prueba, el efecto de los cierres de escuelas, lo que podemos aprender de las comparaciones internacionales, etc. Todos estos ítems generan declaraciones fuertemente contrastantes; pero, en realidad son un síntoma de la incertidumbre de la pandemia.
Indudablemente, el exceso de confianza en nuestra comprensión de CoViD-19 se presenta en varias formas. Una es cuando la evidencia cambia poco, pero las conclusiones basadas en ella se fortifican, como ocurrió con el valor de las mascarillas en las primeras etapas de la pandemia. Las opiniones se polarizan junto con la creciente certeza con la que se expresan, como si estuviéramos en un juego donde a veces avanzamos un casillero y al siguiente paso retrocedemos 4 casilleros.
Es fundamental tener el concepto que para hacer frente a las pandemias es necesario una tarea esencialmente multidisciplinaria, y que la experiencia en un área no confiere experiencia en otra.
Reconocer lo poco que conocemos aún de esta pandemia, así como la incertidumbre de lo que vendrá, podría mejorar no sólo la atmósfera del debate y la ciencia, sino también la confianza de la población.
La duda es el principio de la sabiduría y el motor de la búsqueda del conocimiento verdadero. La duda metódica es una técnica y principio para llegar a una base de conocimiento cierto, desde donde partir y cómo fundamentar los conocimientos. El objetivo es encontrar verdades seguras, tangibles y fácticas de las cuales no sea posible dudar en absoluto, verdades evidentes que permitan fundamentar la edificación del conocimiento con absoluta garantía. El primer problema planteado es cómo encontrarlas y, para resolverlo, es primordial reconocer la incertidumbre y exponer el método de la duda.
Hablar de incertidumbre es conceder un fundamento científico vital al implicar que sólo la certeza servirá. Generalmente, y particularmente en el contexto de CoViD-19, la certeza es el reverso del conocimiento.
Al decidir a quién escuchar en la era CoViD-19, debemos respetar a aquellos que respetan la incertidumbre y escuchar en particular a aquellos que reconocen pruebas contradictorias incluso en sus puntos de vista más arraigados.
Aprovechando esta última edición de este complicado año, agradecemos a todos los profesionales e investigadores que de una u otra forma hacen posible la realización de nuestra publicación, y deseándoles a todos un realmente mejor 2021.


Dr. Sergio V. Perrone
Director

1 Booth CM, Matukas LM, Tomlinson GA, et al. Clinical Features and Short-term Outcomes of 144 Patients With SARS in the Greater Toronto Area. JAMA 2003;289(21):2801-2809. doi:10.1001/jama.289.21.JOC30885

2 CDC. From The Centers for Disease Control and Prevention. Severe Acute Respiratory Syndrome (SARS) and Coronavirus Testing-United States, 2003. JAMA 2003; 289(17): 2203-2206. doi:10.1001/jama.289.17.2203