ACTUALIZACIÓN
Prevención secundaria en el paciente postinfarto
Prevención de la progresión de la insuficiencia cardíaca
Javier Marino*
* Médico cardiólogo especialista en Insuficiencia Cardíaca. Instituto Cardiovascular de Buenos Aires. Ciudad de Buenos Aires. República Argentina.
Correspondencia: Dr. Javier Marino
Billinghurst 684.
1174 - Ciudad de Buenos Aires. Rep. Argentina.
E-mail: jmarino@intramed.net
Trabajo recibido: 27/03/2007
Trabajo aprobado: 30/04/2007
Introducción
Durante los últimos años, los procedimientos destinados a una revascularización precoz (fibrinolíticos y angioplastia primaria), una vez producido el infarto agudo de miocardio (IAM), han modificado la evolución natural de la insuficiencia cardíaca (IC). Sin embargo, entender los mecanismos fisiopatológicos que van desde la injuria inicial hasta el desarrollo de disfunción ventricular e IC resulta de suma utilidad para poder aplicar el mejor tratamiento en cada etapa de la enfermedad.
Rol de las estatinas en la prevención de la progresión de la insuficiencia cardíaca
La hipótesis de que las estatinas podrían influir en forma
favorable en pacientes con IC de origen isquémico tiene su
principal sustento en una reducción de nuevos eventos coronarios,
que promuevan un aumento en la morbilidad y la
mortalidad en esta población. El estudio SOLVD mostró que
nuevos eventos coronarios tienen un particular poder para
aumentar la hospitalización por IC, a más del doble en un
año, de 8,6 a 20,5 % (RR 2,1). Resultados similares se observaron
en el estudio 4S (Scandinavian Simvastatina Survival
Study)1, donde el 52% de los pacientes que desarrollaron
IC presentaron IAM post randomización, mientras que
los que no desarrollaron IC, sólo el 16% presentó infarto.
Si bien los grandes ensayos de prevención secundaria excluyeron
a pacientes con IC, el estudio CARE mostró en
706 pacientes con fracción de eyección del ventrículo izquierdo
(FEVI) menor al 40%, la misma reducción de eventos
coronarios respecto a los que tenían una FEVI por encima
del 40%2.
Sumado al efecto de estabilizar la placa por parte de las
estatinas, se describe un efecto beneficioso sobre la función
ventricular, probablemente vinculado a la disminución de
la disfunción endotelial, y del monto de isquemia miocárdica.
Se describen acciones beneficiosas intrínsecas de las estatinas3,
más allá de su rol antiisquémico, que podrían influir
en el retraso de la progresión de la enfermedad:
La función del miocito se ve comprometida ante la presencia
de altas concentraciones de colesterol, afectando la producción
de energía y la contractilidad.
Las estatinas han demostrado inducir la neoformación de
vasos ante la presencia de isquemia, de manera similar al
factor de crecimiento endotelial.
Existe una regulación en menos (down-regulation) de los receptores AT1 en la célula vascular lisa, asociado al uso de
estatinas. Estos receptores juegan un rol determinante en la
progresión de la IC, como se demuestra al utilizar drogas
bloqueantes del sistema renina angiotensina aldosterona
(SRAA). Estudios no controlados describen un efecto restaurador
de la disfunción autonómica asociado con el uso
de estas drogas con disminución de la actividad simpática y
aumento del tono parasimpático.
Finalmente, se plantea una acción antiinflamatoria ligada a
las estatinas determinada por una reducción de los niveles
de factor de necrosis tumoral alfa en pacientes con IC.
En un análisis retrospectivo sobre 551 pacientes con IC,
Horwich y col. analizaron el impacto del uso de estatinas
en pacientes de etiología isquémica y no isquémica4.
El beneficio sobre la sobrevida al año se observó en ambos
grupos de pacientes tratados con estatinas respecto a los no
tratados, siendo del 81% vs 63% en los de origen isquémico
y del 91% vs 72% en los de origen no isquémicos. Luego de
efectuar el análisis de sobrevida ajustado por factores demográficos
y por los marcadores pronósticos clásicos de la
IC, el riesgo de muerte fue significativamente inferior en
los pacientes tratados con estatinas en ambos grupos.
Mecanismos vinculados con la progresión de la disfunción ventricular
Una vez producido el daño inicial, dos factores van a ser
determinantes en la progresión de la enfermedad: el tamaño del infarto y la respuesta neurohormonal desencadenada por
la caída del gasto cardíaco (GC).
La progresiva dilatación ventricular junto a la activación
del sistema neurohormonal serán determinantes en la evolución
del paciente con IC, mientras que el tratamiento farmacológico
que atenúe la progresión de estos dos procesos
mejorará los síntomas y el pronóstico de la enfermedad.
La mejor comprensión sobre la fisiopatología de la IC ha
dado lugar al reconocimiento de la activación neurohumoral
como uno de los mecanismos que una vez desencadenado
contribuye a la progresión de la enfermedad. Las drogas
que inhiben su actividad disminuyen la mortalidad y mejoran
la calidad de vida de los pacientes.
El organismo responde a la caída del GC a través de la activación
de mecanismos neuroendócrinos y renales, con el
objetivo de mantener la homeostasis circulatoria. Entre éstos,
se incluyen: la activación del sistema nervioso simpático
y del SRAA5 (Figura 1).
Figura 1. Activación neurohumoral y mecanismos de progresión de la IC. SRAA: sistema renina angiotensina aldosterona
Rol de sistema nervioso simpático
Desde hace ya varias décadas, se ha confirmado la presencia
de niveles aumentados de norepinefrina en plasma en
pacientes con IC post IAM no tratados. Este incremento,
tanto en reposo como en esfuerzo, sugiere un aumento de la
actividad de las terminales adrenérgicas como expresión de
incremento de la actividad simpática.
Esta activación del sistema adrenérgico es directamente proporcional
al grado de severidad de la disfunción ventricular
y se correlaciona con una disminución en la sobrevida del
paciente6.
Una vez producido el IAM, la activación del sistema se encuentra
regulada por receptores de estiramiento arteriales
que normalmente envían señales al sistema nervioso central
inhibiendo dos sistemas vasoconstrictores: el sistema
nervioso simpático y la liberación de vasopresina por la
hipófisis. Cuando esta acción inhibitoria de los receptores
arteriales disminuye, por ejemplo por caída de la tensión
arterial, se libera la acción del sistema adrenérgico y de la
hormona antidiurética. Esta activación logra en una primera
etapa corregir los cambios hemodinámicos a través del
incremento de la frecuencia cardíaca, la contractilidad miocárdica,
el volumen intravascular y de las resistencias arteriales.
Normalmente, el aumento de la presión arterial y del
volumen intravascular activa a los barorreceptores arteriales
y auriculares, los que envían señales inhibitorias al sistema
nervioso central para disminuir la descarga simpática.
En pacientes con IC, esta capacidad de los barorreceptores
para regular la activación neurohumoral se encuentra marcadamente
deprimida. La causa de la desensibilización de
los barorreceptores no es del todo clara, pero sí su consecuencia:
el incremento de las concentraciones de catecolaminas
circulantes y de su acción crónica sobre el sistema
cardiovascular. Además del estímulo vasoconstrictor, se produce
un exceso de catecolaminas circulantes que estimulan
al miocardio que a lo largo del tiempo, mostrándolo por lo
tanto incapaz de responder a dicho estímulo7.
Esta disminución en el estímulo adrenérgico se explicaría
en parte por un efecto directo de las catecolaminas sobre el
músculo cardíaco, y por otro indirecto.
El efecto directo estaría mediado por:
- Principalmente a través de los receptores beta 1, produciéndose
una alteración de las concentraciones de calcio
intracelular, cuya sobrecarga conduce a la necrosis celular.
Se describe una regulación en menos (down-regulation) de
los receptores beta adrenérgicos, a partir de lo cual, los pacientes
con IC presentan una menor respuesta al estímulo
de las catecolaminas, generando un incremento constante
en la actividad simpática sobre el miocardio, que no logra
alcanzar los objetivos hemodinámicos de dicha estimulación.
- Desacople de los receptores beta 1 y beta 2 con alteración
en la eficiencia de la transmisión de la señal.
- Desacople entre la relajación y contracción por heterogeneidad
de la activación simpática en distintas áreas del miocardio
(Figura 2).
Figura 2. Efectos de la activación adrenérgica sobre la progresión de la IC. MVO2: consumo de oxígeno miocárdico.
El efecto indirecto de la activación simpática incluye:
- Aumento del consumo miocárdico de oxígeno producido
por la elevación de la presión arterial, la frecuencia cardíaca
y la contractilidad.
- Vasoconstricción coronaria que conduce a la isquemia.
- Estimulación de la hipertrofia del miocito, resultando en
una alteración en la relación capilar-miocito.
- Estimulación de la activación del SRAA con el consiguiente
efecto tóxico de la angiotensina II.
- Inducción de arritmias cardíacas por automatismo anormal,
actividad gatillada (aumento de la entrada de calcio a
la célula) y reentrada (por contigüidad de zonas con propiedades
electrofisiológicas diferentes).
Rol de sistema renina angiotensina aldosterona
Se ha observado una elevación de la actividad de renina en
plasma en los estadíos iniciales de la IC post infarto. Existen
distintos mecanismos a partir de los cuales se activa el
sistema. Una caída en el GC con amenaza del flujo plasmático
renal y la presión de perfusión arterial genera la liberación
de renina del aparato yuxtaglomerular. Por otro lado,
los cambios en la concentración de sodio afectan a la mácula
densa del riñón, aumentando la liberación de renina; en
tanto que el estímulo simpático modifica su umbral de liberación,
vía por la cual el estímulo adrenérgico incrementa
su actividad. A su vez, ésta promueve el aumento de las concentraciones
de angiotensina II, la cual actúa sobre la arteriola
eferente del glomérulo, incrementando la presión de
filtración como potente vasoconstrictor arteriolar y estimulando
el centro de la sed. Además como ya mencionamos,
estimula la activación de factores de crecimiento e interviene
en el proceso de hipertrofia miocárdica8,9.
Los niveles de renina se encuentran elevados en la etapa
inicial de la IC hasta que, por mecanismos de retroalimentación,
una vez corregida la caída del GC los niveles descienden,
permaneciendo bajos o normales en pacientes con
IC de grado leve. En pacientes con IC severa, la actividad
del SRAA se encuentra elevada dado que su inhibición por
vía de la liberación del factor natriurético atrial disminuye
y el estímulo simpático exacerba su activación.
El aumento de la actividad del sistema renina angiotensina
estimula la liberación desde la médula adrenal de aldosterona,
principal mineralocorticoide del organismo que produce
retención de sodio y agua a través del riñón. La activación
de esta hormona, en el corto plazo, es en respuesta a la
contracción de volumen, pero con la evolución de la IC la
hormona mantiene elevados sus niveles y contribuye a la
progresión de la enfermedad a través de distintos mecanismos10,11.
Dentro de sus efectos deletéreos en pacientes con IC se destacan:
- Pérdida de sodio y magnesio, que contribuyen a la génesis
de arritmias.
- Inducción de isquemia miocárdica a través del aumento
de la actividad simpática, produciendo aumento del tono
coronario y del consumo de oxígeno. Otro mecanismo postulado
es la estimulación de hipertrofia miocárdica.
- Estimulación de fibrosis miocárdica, mediada por las síntesis
de ARN mensajero que induce a la formación de colágeno
en ambos ventrículos. Este proceso contribuye al remodelado,
dilatación y deterioro progresivo en la función
ventricular.
Entender algunos de los mecanismos involucrados desde el
comienzo de la injuria cardíaca pasando por el remodelado,
dilatación y progresión a la IC, nos permite comprender la
utilidad de las intervenciones farmacológicas que pueden
retrasar o inhibir la progresión de dichos procesos.
Los inhibidores de la enzima de conversión (IECA) ha demostrado suma utilidad en retrasar la progresión de este
proceso con un significativo impacto en la sobrevida de estos
pacientes. El principal beneficio aportado por este grupo
de drogas se pone en marcha a través del bloqueo de la
actividad del SRAA, bloqueando la conversión de angiotensina
I en angiotensina II, inhibiendo la degradación de
bradiquininas y disminuyendo la activación simpática, mecanismos
que como mencionamos contribuyen a la progresión
de la enfermedad.
Hipertrofia y remodelado del ventrículo izquierdo
Ha sido extensamente documentado el desarrollo de hipertrofia
y remodelado de la célula miocárdica en respuesta a
una injuria cardíaca.
Los mecanismos vinculados al desarrollo de hipertrofia del
miocito, en respuesta al IAM, son complejos y obedecen en
parte a señales neurohumorales que activan factores de crecimiento
que finalmente estimularán la formación de nuevos
sarcómeros.
El estímulo de neurohormonas como la angiotensina II, aldosterona
y las catecolaminas entre otras, genera un cambio
en las propiedades del miocito, el que adquiere características
fetales, haciéndolo vulnerable a nuevos estímulos y
conduciendo al músculo cardíaco a un deterioro progresivo
de su contractilidad12.
Entre los principales cambios se destacan: alteraciones en
los miofilamentos, cambios metabólicos que lo conducen a
la hipoxia, trastornos en el transporte enzimático del retículo
sarcoplásmico junto a un aumento del factor natriurético
atrial, todas éstas son características del corazón fetal.
Este proceso de hipertrofia surge en una primera etapa como
un mecanismo adaptativo del miocardio remanente al área
del IAM; pero posteriormente, se convierte en deletéreo para
la función ventricular y contribuye a la progresión de la IC.
La prevención y tratamiento de los estímulos que conducen
a la hipertrofia del miocito serán las mejores estrategias para
evitar su desarrollo. Las drogas destinadas a inhibir o disminuir
la activación neurohumoral (IECA, beta bloqueantes
y espironolactona) han sido los más eficaces en demostrar
reversión o detención en el proceso de hipertrofia ventricular.
Podríamos entender como remodelado ventricular a los cambios
en el tamaño, la forma y la función del corazón, luego
de sufrir un infarto, asociados con cambios en la expresión
genética, molecular e intersticial del miocardio13.
Su principal componente es el miocito, pero intervienen
además en este proceso el intersticio, el tejido colágeno y la
circulación coronaria. Luego del evento coronario agudo,
este proceso comienza a las pocas horas, para continuar en
forma progresiva a lo largo del tiempo. Su evolución dependerá
de factores como el tamaño del infarto, la persistencia
del estímulo isquémico, la activación neurohumoral,
el genotipo, así como las intervenciones farmacológicas que
se apliquen. Dentro de la secuencia de alteraciones en el
músculo cardíaco se describen: estiramiento del miocito,
adelgazamiento de la pared, expansión y extensión del área
del infarto, inflamación y reabsorción del tejido necrótico,
expansión continua del área del IAM, dilatación y cambio
en la esfericidad del ventrículo izquierdo, hipertrofia progresiva,
pérdida de miocitos y excesiva acumulación de
colágeno en el intersticio14.
Luego de producido el IAM, se produce una cicatriz de tejido
colágeno segmentaria, que reemplaza el tejido miocárdico
del área infartada y que se diferencia de la fibrosis generalizada
que se va a desarrollar posteriormente sobre el
intersticio del resto del miocardio no infartado. Este segundo
proceso de fibrosis responde a mecanismos complejos y
no del todo aclarados; pero probablemente, sea el resultado
de reiterados estímulos isquémicos. Se postula que a través
de la presencia de radicales libres se activa la enzima colagenasa
que actúa degradando las fibras de colágeno, que es
reemplazado por fibrosis intersticial; no como respuesta a
reparación, sino como mecanismo que contribuye al remodelado
y dilatación ventricular. A estas alteraciones se les
suma el desarreglo entre las células miocárdicas como consecuencia
de la pérdida de la arquitectura de la red colágena,
lo que contribuye a la progresiva disminución en la fuerza
contráctil, remodelado y dilatación ventricular con la consiguiente
disminución del GC y mayor estimulación del sistema
neurohumoral, lo que perpetúa dichas alteraciones.
Por distintos mecanismos actuando sobre la activación neurohumoral
los beta bloqueantes, los IECA y la espironolactona
intervienen retrasando e incluso revirtiendo dicho proceso
de remodelado ventricular.
Los procesos de hipertrofia y remodelado ventricular con
dilatación y pérdida progresiva de capacidad contráctil pueden
producirse en ausencia de síntomas por largos períodos
de tiempo. La aparición de síntomas de IC habitualmente
expresa el grado de severidad en la progresión de la enfermedad.
Para poder evitar o retrasar la evolución de la disfunción
ventricular a la IC, una vez producida la injuria,
deberán pensarse en estos procesos que en forma silenciosa
conducen a la IC, e intervenir en forma precoz con todo el
arsenal terapéutico disponible.
Inhibidores de la enzima de conversión, bloqueantes de la angiotensina II y espironolactona en la progresión de la IC post IAM
La utilidad de los IECA ha quedado demostrada en distintos
estudios, utilizados en la disfunción ventricular o IC post
infarto15-17. Dichos trabajos demostraron una reducción significativa
de la mortalidad entre el 20 y 25% con el uso de
estas drogas, junto a una disminución del remodelado ventricular
expresado por una disminución de los volúmenes
ventriculares y del desarrollo de hipertrofia compensadora.
En el estudio SOLVD-Prevención que estudió a pacientes
con disfunción ventricular izquierda severa asintomáticos,
también se observó un retraso de la progresión de la IC expresada
por una reducción del 36% del número de internaciones
por IC junto a una disminución del remodelado ventricular18.
La administración en forma temprana luego de producida la injuria cardíaca de un IECA y el consiguiente bloqueo de la
actividad del SRAA, retrasa la progresión hacia la IC como
ha sido demostrado desde fines de la década del ‘80. Los
IECA han modificado el tratamiento de la IC, demostrando
como a través de su efecto neurohumoral producen una reducción
significativa de la mortalidad en pacientes con IC
moderada a severa (SOLVD tratamiento, CONSENSUS),
siendo mayor el impacto cuanto mayor es la severidad de la
IC. Sin embargo, su aplicación deberá instaurarse desde los
estadíos iniciales de la disfunción ventricular con el objetivo
principal de retrasar la evolución natural de la enfermedad.
En la misma línea, los bloqueantes de la angiotensina
II han sido utilizados en distintas etapas de la evolución de
la IC. Se planteó la hipótesis de que un bloqueo neurohumoral
más completo, utilizando este tipo de drogas, podría
brindar un beneficio adicional a los ya demostrados por los
IECA y los beta bloqueantes en las distintas etapas de la
evolución de la IC. En el estudio Valiant, se estudió un inhibidor
de la angiotensina II, el valsartan, en pacientes post
infarto con severa disfunción ventricular o IC. Los pacientes
fueron randomizados en 3 grupos según recibieran la
asociación de valsartan más captopril, captopril solo o sólo
valsartan, luego de producido el IAM. Los resultados de este
estudio no demostraron un beneficio adicional en la asociación
de ambas drogas; en cambio, sí se evidenció el criterio
de igualdad cuando se compararon los resultados entre los
grupo captopril y valsartan19.
La espironolactona ha mostrado su beneficio en la reducción
de la mortalidad en pacientes con IC avanzada, actuando
también como droga que inhibe la activación del sistema
neurohumoral. El estudio RALES comparó el efecto de dosis
bajas de espironolactona (25 mg/día) contra placebo en
pacientes con IC en clase funcional (CF) III-IV con tratamiento
convencional para IC. Se observó una disminución
significativa en la mortalidad del 30% para el grupo tratado,
siendo la reducción por progresión de IC de un 36% y
de 29% por muerte súbita. Un dato interesante a destacar
fue que en el subgrupo de pacientes que recibieron beta bloqueantes
(11%) se demostró el mayor beneficio, en cuanto
a reducción en la mortalidad.
Dentro de los mecanismos de acción beneficiosos de la espironolactona
en la IC, se postulan la inhibición de algunos
de los efectos de la aldosterona como aumento de la actividad
simpática, la inducción de arritmias, isquemia y fibrosis
miocárdica20.
Tomando como argumentos los efectos de esta droga en el
estudio RALES, se desarrolló el estudio EPHESUS con un
análogo de la espironolactona, la eplerenona, con el objetivo
de evaluar su efecto en pacientes post IAM con IC y
disfunción ventricular severa21. Se planteó la hipótesis basada
en que el agregado de eplerenona en esta población, ya
tratada con beta bloqueantes e IECA, podría contribuir al
objetivo de retrasar los procesos de activación neurohumoral
y remodelado ventricular en forma temprana. Se incluyeron
3319 pacientes en el grupo eplerenona y 3313 en el
grupo placebo entre el día 3 y el día 14 post IAM. Los resultados
de este estudio mostraron una reducción de la mortalidad
del 15% del grupo tratado a 16 meses con una reducción
similar del 15% de muertes de origen cardiovascular.
El grupo tratado con eplerenona presentó una reducción
del 23% de internaciones por IC. Estos resultados sostienen
la hipótesis de que el tratamiento precoz luego de producido
el infarto, con drogas que bloquean la activación neurohumoral,
reduce la progresión de la IC en el postinfarto.
Efecto de los beta bloqueantes en el post IAM
El uso de beta bloqueantes en el IAM ha sido estudiado extensamente
antes de la llegada de las terapias de reperfusión,
basándose su utilidad en la capacidad para reducir el
consumo máximo de oxígeno (disminución de la frecuencia
cardíaca, la tensión arterial y la contractilidad).
Entre los primeros trabajos de esta primera etapa, se encuentra
el estudio ISIS1, donde se evaluó la administración
de atenolol en forma inmediata luego de un IAM. Se observó
una reducción significativa de la mortalidad y del reinfarto
no fatal de un 15%, mientras que la profilaxis prolongada
mostró una reducción adicional de un 20 a un 25%. La
reducción de infarto no fatal y paro cardíaco dentro del hospital
fue del 19 y 16%, respectivamente, para los grupos
tratados. No obstante en términos absolutos, la reducción
de la mortalidad fue del 4,3 al 3,7%, donde se evidencia la
baja mortalidad de la población incorporada dada la exclusión
de pacientes de alto riesgo22.
El estudio Noruego con timolol exploró el efecto de este
beta bloqueante sobre una población post IAM, demostrando
una disminución significativa en la mortalidad respecto
al grupo placebo del 17,5% al 10,6%, representándo una
reducción del 39%. Este estudio mostró a su vez una reducción
significativa de muerte súbita para el grupo tratado con
timolol del orden del 44%23.
Otra droga explorada en esta etapa pre fibrinolítica fue el
propranolol, siendo evaluado su efecto en el post IAM en
una población con historia de IC en el estudio BHAT. Cuando
se comparó el impacto del propranolol sobre la población
con historia de IC con la que no había tenido IC, se
observó una reducción similar de mortalidad global del 27
y 25%, respectivamente, respecto al placebo. No obstante,
la reducción fue mucho mayor para el grupo con historia de
IC cuando se analizó la incidencia de muerte súbita y reinfarto
no fatal24.
El efecto a largo plazo del metoprolol, luego de un IAM,
fue analizado en un estudio donde se estratificó a la población
de acuerdo a la edad, tamaño del infarto y tipo de arritmia
ventricular previa a la randomización. Los resultados
mostraron una reducción significativa de la mortalidad cardíaca
para el grupo tratado con metoprolol comparado con
placebo, en el subgrupo con infarto de mayor tamaño del
32% al 12%, La incidencia de muerte súbita se redujo de un
14,7% en el grupo placebo a 5,8% en el grupo metoprolol,
mientras que el infarto no fatal disminuyó de un 21% a un
11,7 %, respectivamente25.
En esta primera etapa, los estudios con beta bloqueantes en
el IAM incluyeron una población con relativo bajo riesgo,
dada la exclusión de pacientes con disfunción ventricular o IC. Sin embargo, se observó posteriormente en análisis de
subgrupos que los que mayor beneficio recibían eran precisamente
aquellos pacientes con disfunción ventricular o que
habían presentado IC postinfarto. Indudablemente, el mecanismo
protector sobre la ruptura cardíaca, el efecto antiarrítmico,
la reducción de la frecuencia cardíaca y en definitiva
una reducción de los efectos deletéreos de la estimulación
simpática, comenzaron a considerarse a la hora de su
uso en este nuevo grupo de pacientes.
Sin embargo, el efecto de un beta bloqueante sobre una población
con disfunción ventricular severa postinfarto, no
había sido estudiado hasta la fecha en forma prospectiva,
con tratamiento convencional con IECA, aspirina y terapia
de reperfusión. Con tal motivo surge el estudio CAPRICORN26.
El objetivo del mismo fue evaluar los efectos del
carvedilol sobre la mortalidad y la morbilidad en pacientes
con IAM y disfunción ventricular, con o sin IC, sumado al
tratamiento convencional para IAM.
El estudio CAPRICORN fue un estudio multicéntrico randomizado
placebo control, en grupos paralelos cuyos criterios
de inclusión fueron:
- IAM confirmado entre los días 3 y 21 (promedio 10 días).
- FEVI menor o igual a 40%.
- Tratamiento apropiado para IAM, incluyendo aspirina,
trombolisis y angioplastia.
- Estar recibiendo IECA por más de 48 hs.
- Pacientes internados o recientemente externados.
Entre los principales criterios de exclusión se destacaban:
angina inestable, tensión arterial sistólica menor de 90 mm
Hg, frecuencia cardíaca menor a 60 latidos por minuto, diabetes
insulino requiriente descompensada, necesidad de soporte
inotrópico o diuréticos endovenosos al momento de
comenzar la titulación, necesidad de agonistas beta 2 o corticoides
y pacientes que tuvieran una indicación estricta de
recibir beta bloqueante por otra causa que no fuera IC.
Los puntos finales primarios fueron mortalidad global (alfa
0,005) y mortalidad global u hospitalización cardiovascular
(alfa 0,045), y los puntos finales secundarios fueron
muerte súbita y hospitalización por IC. Otros puntos secundarios
analizados fueron infarto recurrente no fatal y mortalidad
global o infarto recurrente no fatal.
El carvedilol fue titulado durante un período de 2 a 4 semanas
comenzando con una dosis de 3,125 ó 6,25 mg dos veces
al día, hasta alcanzar una dosis de 25 mg dos veces al
día. El 74% de los pacientes alcanzaron la dosis máxima
estipulada, siendo la tasa de abandono permanente del 18%
en el grupo placebo y del 20% para el grupo carvedilol.
La mortalidad anual del grupo placebo fue del 15% y del
12% en el grupo carvedilol, con una reducción significativa
del riesgo relativo del 23% para el grupo tratado (p=0,031)
(Figura 3).
Figura 3. Curva actuarial donde se observa la sobrevida libre de eventos del estudio CAPRICORN (punto final primario).
No se hallaron diferencias significativas en mortalidad global u hospitalización por IC. Dentro de los puntos finales secundarios analizados, se observó una reducción significativa de eventos coronarios mayores del 41% para IAM no fatal y del 29% en mortalidad global e IAM recurrente no fatal para el grupo carvedilol (Figura 4).
Figura 4. Curva actuarial donde se evidencia la mortalidad total o infarto no fatal del estudio.
El estudio CAPRICORN representa el primer estudio sobre beta bloqueantes en el post IAM, en una población del alto
riesgo con disfunción ventricular, que demuestra una reducción
significativa en la mortalidad global. Cabe destacar que
dicho beneficio es similar y adicional al logrado con los
IECA en el post IAM, siendo necesario tratar a 43 pacientes
en un año para prevenir una muerte. Los beneficios obtenidos
sobre eventos coronarios mayores confirman el impacto
beneficioso de esta nueva generación de beta bloqueantes
sobre pacientes con enfermedad coronaria.
La comparación con los estudios realizados en la era pre
fibrinolítica confirmarían la hipótesis de que cuanto mayor
el riesgo post IAM, mayor el beneficio de estas drogas. Un
punto importante a resaltar fue la tasa de abandono, similar
para ambos grupos, con un alto porcentaje de pacientes que
alcanzaron la dosis máxima de 50 mg durante el período de
titulación (74%). Uno de los puntos claves para explicar
estos resultados fue la de realizar una titulación lenta entre
2 a 4 semanas y con pacientes que al comienzo de la misma
no tuvieran necesidades de diuréticos endovenosos o inotrópicos,
y con valores de tensión arterial y frecuencia cardíaca
superiores a los valores ya citados.
El uso de drogas beta bloqueantes de tercera generación
como el carvedilol, bloqueante beta 1 y beta 2 con acción vasodilatadora por efecto alfa bloqueante, presenta características
que podrían ejercer un efecto adicional al resto de
los beta bloqueantes en pacientes con enfermedad coronaria.
Por su efecto vasodilatador no elevan las resistencias
periféricas, por lo que podrían ser mejor tolerados en pacientes
con disfunción ventricular27,28.
Además se postulan efectos:
- Antiproliferativo, actuando sobre el músculo liso vascular,
lo que retrasaría la progresión de la enfermedad coronaria.
- Antioxidante por lo cual podría aliviar la angina en pacientes
con enfermedad coronaria, a través de la disminución
de radicales libres con protección de la injuria miocárdica
y prevención de la oxidación de partículas de LDL con
lo que podría enlentecer el proceso de progresión de la enfermedad.
- Reducción de la viscosidad del plasma y de la agregación
de plaquetas y eritrocitos que contribuirían a mitigar la inestabilidad
en pacientes con placas inestables.
Efecto de los beta bloqueantes sobre la progresión de la disfunción ventricular izquierda
Si bien es conocido el impacto de drogas que bloquean la
actividad neurohumoral sobre pacientes con disfunción ventricular
asintomática, dicho beneficio parecería reflejarse en
una reducción de eventos combinados como muerte y hospitalización
y no sobre la mortalidad aislada. No obstante
en dichos trabajos con IECA, la tasa de utilización de beta
bloqueantes era escasa por lo que el efecto aditivo de la
asociación de dichas drogas no ha sido del todo explorado
en esta población.
En un trabajo lateral del estudio SOLVD-Prevención, donde
se estudió a una población con FEVI ≤ 35%, asintomáticos
para IC, randomizados a enalapril o placebo, se analizó
la mortalidad del subgrupo de pacientes que recibieron beta
bloqueantes asociados a enalapril (24%) versus los que recibieron
sólo enalapril29. Se observó una reducción significativa
en la mortalidad tanto de causa arrítmica como por
progresión de IC en el grupo que recibió beta bloqueantes,
comparado con el grupo que no los recibió. Además, se observó
una reducción significativa de la progresión de la IC
en el grupo que recibió beta bloqueantes expresada por una
disminución de muerte u hospitalización por IC. Los beneficios
señalados fueron independientes de la etiología de la
disfunción ventricular de los pacientes. Si bien este estudio
no fue diseñado para analizar el efecto de los beta bloqueantes,
se observó un efecto sinérgico en la asociación de enalapril
y beta bloqueantes comparado con el grupo que sólo
recibió enalapril con un beneficio adicional para todos los
puntos finales analizados.
Se ha reportado el beneficio sobre la función ventricular de
distintos beta bloqueantes en pacientes con severa disfunción
ventricular, luego de tres meses de tratamiento30,31. Esta
mejoría se expresa por un aumento de la FEVI, a pesar que
durante el primes mes de la administración de la droga puede
registrarse una caída de la función ventricular por efecto
inotrópico negativo. Los mecanismos de la mejoría a largo
plazo y el tiempo de permanencia de la mejoría en los parámetros
eyectivos no han sido aún del todo aclarados. En un
trabajo lateral del estudio Australiano-Neozelandés, donde
se estudiaron pacientes con disfunción ventricular de etiología
isquémica randomizados a carvedilol o placebo, se
analizaron los cambios en los volúmenes ventriculares y la
FEVI luego de 6 y 12 meses de seguimiento32. Se comprobó
una reducción significativa de los volúmenes de fin de diástole
y fin de sístole a los 6 y 12 meses en el grupo tratado
con carvedilol con un aumento progresivo de dichos parámetros
en el grupo placebo. El grupo tratado mostró además
un aumento significativo de la FEVI que se mantuvo
hasta el año de seguimiento.
La pregunta sobre cual es la droga con mayor capacidad
para retrasar la progresión de la disfunción ventricular izquierda,
aún no ha sido develada. La mayoría de los trabajos
reportaron sus resultados en una primera etapa con el
uso inicial de IECA y luego surgen los estudios donde los
beta bloqueantes mostraron sus beneficios en pacientes que
ya recibían inhibidores. ¿Con cuál droga deberíamos iniciar
el tratamiento en un paciente con severa disfunción
ventricular izquierda asintomática? Con el objetivo de analizar
el efecto sobre el remodelado ventricular de un IECA
y un beta bloqueante en forma individual y asociados, el
estudio CARMEN incorporó 572 pacientes con FEVI < 40%
y los randomizó en tres grupos: grupo enalapril, grupo carvedilol,
y grupo carvedilol más enalapril33.
Los pacientes fueron seguidos durante 18 meses y se analizó
el impacto sobre volúmenes y función ventricular del
ventrículo izquierdo a los 6, 12 y 18 meses de comenzado
el estudio (Figura 5).
Figura 5. Efecto sobre el remodelado ventricular del carvedilol, enalapril y la asociación de ambas drogas en el estudio CARMEN. Comparación de volúmenes ventriculares entre grupos.
Como se observa en la Figura 5, el grupo enalapril no evidenció cambios significativos, el grupo carvedilol mostró
una reducción significativa de los volúmenes ventriculares
respecto a los valores basales, pero el grupo que evidenció
mayor reducción del remodelado ventricular fue el grupo
donde se asociaron ambas drogas. Por lo tanto, se concluye
que la mejor intervención farmacológica no basa su fundamento
en con qué droga comenzar, sino con alcanzar la asociación de ambas como resultado final del tratamiento.
Los beneficios aportados sobre el remodelado ventricular
en el grupo tratado con beta bloqueantes podría asociarse
con una reducción de la frecuencia cardíaca, del consumo
máximo de oxígeno, mejoría en la relajación diastólica, beneficio
sobre áreas de miocardio hibernado a lo que podría
sumarse el efecto alfa bloqueante sobre la disminución de
la postcarga junto a propiedades antiinflamatorias y antioxidantes
de este tipo de beta bloqueantes.
El uso de beta bloqueantes en forma precoz, una vez producida
la injuria miocárdica, modifica parámetros predictores
de mal pronóstico como la caída de la FEVI y el aumento
de los volúmenes ventriculares. La mejoría en estos parámetros
refleja regresión del remodelado ventricular con
implicancias pronósticas en la evolución natural de la enfermedad.
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