ARTÍCULO DE REVISIÓN
Disfunción sistólica ventricular izquierda asintomática
Héctor H. Tacchi*
* Jefe Unidad de Insuficiencia Cardíaca. Instituto Alexander Fleming. Ciudad de Buenos Aires. República Argentina.
Correspondencia: Dr. Héctor H. Tacchi.
Moldes 2166, PB “C”
1428 - Ciudad de Buenos Aires. República Argentina.
E-mail: hectortacchi@uolsinectis.com.ar
Trabajo recibido: 22/03/2007
Trabajo aprobado: 23/04/2007
Introducción
La insuficiencia cardíaca (IC) es un síndrome clínico habitualmente
progresivo que con frecuencia comienza como
disfunción sistólica ventricular izquierda (DSVI) y culmina
con las manifiestaciones clínicas conocidas. Basándonos en
las Guías para la evaluación y el manejo de la IC crónica
del ACC/AHA del 20051, en donde identifican 4 estados, esta
condición progresiva comienza con la presencia de factores
de riesgo para disfunción cardíaca, continúa con cambios
estructurales y funcionales cardíacos asintomáticos, y luego
sigue el desarrollo del cuadro clínico de IC, incapacidad
y muerte. En general, los individuos con DSVI son tempranamente
asintomáticos, debido a mecanismos compensatorios
en los que intervienen el sistema nervioso autónomo
(SNA), las neurohormonas y los cambios en la estructura y
en la función miocárdica. Sin embargo, la DSVI puede progresar
a pesar de esos mecanismos compensatorios, y más
aun, sin que haya injuria miocárdica recurrente.
Todos conocemos que la IC sintomática, a pesar de los notables
progresos en su tratamiento, sigue teniendo un pobre
pronóstico y, seguramente, la mejor opción para detener o
enlentecer su evolución podría ser a través de la implementación
de estrategias dirigidas a la prevención del desarrollo
de la IC clínicamente evidente.
La naturaleza progresiva de la IC ha generado gran interés
en sus estados tempranos o preclínicos. Las Guías para la
evaluación y el manejo de la IC presentadas por el ACC/AHA1 incluyen cuatros estados progresivos: los estados A,
B, C, y D. Los estados A y B corresponden a los estadíos
asintomáticos, pero mientras el estado A está libre de alteraciones
estructurales cardíacas, el estado B se caracteriza
por ser asintomático, pero presenta alteraciones en la estructura
y en la función cardíaca.
Definición de la DSVI asintomática
La disfunción sistólica ventricular izquierda asintomática (DSVIA) designa al cuadro sin síntomas ni signos físicos evidentes de IC, pero con DSVI; aún cuando de los estudios revisados, muy pocos especificaron criterios de definición de IC. Los autores de la mayoría de los estudios usaron el término DSVIA, no obstante, puede ser un nombre inapropiado. Los términos alternativos como por ejemplo “DSVI sin clínica de IC”, “DSVI preclínica” o “DSVI subclínica” podrían ser tal vez más apropiados2.
Primera etapa
Prevalencia de la DSVIA en la comunidad
En una primera etapa de la investigación de este tema, son
primordiales dos trabajos publicados en 1992, en los cuales
por primera vez se habla de la DSVIA. Se trata de los estudios
controlados randomizados SOLVD3 y SAVE4, en donde
se hace el seguimiento de grupos de pacientes asintomáticos
o levemente sintomáticos asignados al tratamiento con
inhibidores de la enzima de conversión de la angiotensina
(IECA) vs placebo.
A partir de estas publicaciones, algunos investigadores han
propuesto la idea de que se debería realizar un amplio relevamiento
en la comunidad para tratar de identificar individuos
con DSVIA, con la esperanza que el hallazgo temprano
de esta condición, les daría la oportunidad de reducir el
riesgo de desarrollar IC.
Los datos sobre la prevalencia de la DSVIA eran limitados,
y a partir de este concepto, comenzaron a aparecer trabajos
particularmente basados en la comunidad, en donde se trató
de averiguar qué pasaba con los habitantes de poblaciones,
que más tarde algunas, fueron la base de estudios mayores.
Entre 1992 y 2003, aparecieron varias publicaciones sobre
este tema. El primer estudio específico en hablar de DSVIA, fue
un trabajo del grupo de Framinghan Heart Study5, publicado
en 1992. Se trataba de un estudio epidemiológico prospectivo
de residentes de Framinghan en donde incluyeron
1493 participante, sólo hombres, sin enfermedad cardiovascular
(CV) sintomática, evaluados con ecocardiograma modo
M, y seguidos durante 4 a 6 años. El criterio utilizado para
evaluar la función sistólica del ventrículo izquierdo (FSVI) fue la fracción de acortamiento, y encontraron una prevalencia
de DSVIA del 5,1%.
Posteriormente, siguieron varios estudios con diferentes
diseños, distintos criterios de inclusión, diferentes métodos
de evaluación de la FSVI, distintos rangos de edad, etc.
Desde el punto de vista del diseño de los estudios revisados,
seis de ellos estaban basados en participantes de la comunidad,
incorporados en estudios de cohortes longitudinales:
Mónica Projet6, Rotterdam Study7, Strong Heart Study8,
Cardiovascular Health Study 20019 y 200210. Otros sietes
estudios basados en la comunidad fueron derivados de
muestras randomizadas de registros de la población (Hedberg
y col.11, Helsinki Ageing Study12 y Minnesota 200313),
de prácticas de cuidados primarios (Davies y col.14, Nielsen
y col.15, ECHOES Study16), o en grupos de práctica simple
(Morgan y col17).
Otro de los puntos claves en los estudios tenidos en cuenta
en esta revisión, fue el criterio utilizado para definir la DSVI.
Todos los trabajos usaron el ecocardiograma para evaluar
la FSVI; el índice más comúnmente usado fue la fracción
de eyección (FE) del ventrículo izquierdo (VI), calculada
por los métodos habituales conocidos. Se utilizaron distintos
puntos de corte de la FE, la mayoría elegidos empíricamente.
En definitiva, estos primeros estudios publicados fueron el
primer intento para averiguar cual es la prevalencia de la
DSVIA en distintas comunidades; pero dado los inconvenientes
observados por la falta de uniformidad de los métodos
utilizados, de los criterios de inclusión, de las definiciones,
etc.; los resultados fueron muy diferentes (Tabla 1).
Los trabajos analizados anteriormente, son, como vimos,
estudios basados en la población general. Además, también
se publicaron estudios en poblaciones con una patología
determinada, con algún factor de riesgo conocido para IC,
como por ejemplo la hipertensión arterial (HTA).
El primer trabajo hallado fue el HiperGen Study 200118, es
un estudio precisamente basado en la población hipertensa
sin evidencias clínicas de IC, birracial (blancos y negros),
en donde intervinieron 2086 participantes de 23 a 87 años
de edad. No se hizo seguimiento y el objetivo fue identificar
la prevalencia de la DSVIA leve y severa. Utilizaron
como criterio de DSVIA leve una FE entre el 41% y el 54%;
y severa < al 40%. Los resultados arrojaron una prevalencia
de DSVIA leve del 10% y severa del 4%.
Otro estudio más reciente es el estudio del grupo Piuma
publicado en 2005, DSVIA en la HTA Esencial19. Es un registro
prospectivo observacional en pacientes con HTA no
tratados y sin complicaciones. Intervinieron 2384 participantes
con una edad promedio de 50 años sin enfermedades
CV, y fueron seguidos durante 17 años. Los objetivos fueron
evaluar la prevalencia, determinantes y el pronóstico de
la DSVIA en esa población. El criterio utilizado para el diagnóstico
de DSVI fue una FE < del 50%. La prevalencia de
la DSVIA en esta población en estudio fue del 3,6%.
Otras causas forman el espectro de las patologías que pueden
llevar a una IC, como ser: miocardiopatía dilatada idiopática,
miocardiopatía diabética, DSVI por marcapasos endocavitario
debido a enfermedad del nódulo sinusal, hipertiroidismo,
enfermedad de Chagas y naturalmente pacientes
con infarto agudo de miocardio (IAM) sin IC.
No obstante los estudios comentados anteriormente, la historia
natural de la DSVIA es poco conocida en individuos
no seleccionados.
Con el propósito de definir las probables estrategias terapéuticas
de estos individuos, es interesante entender: ¿qué
proporción de sujetos con DSVIA van a progresar a IC?, ¿cuál es el tiempo necesario para tal progresión?, ¿qué factores
acompañan la transición desde la fase preclínica hasta
la aparición de la enfermedad clínicamente evidente?, entre
otros datos.
Los estudios controlados randomizados nos dan una información
respecto del pronóstico asociado con la DSVIA, y
también nos han demostrado que el tratamiento farmacológico
mejora significativamente los resultados clínicos en este
grupo de pacientes3,4. Sin embargo, estos ensayos clínicos
tienen un especial sesgo de selección que limitan su generalización
a la población total. Por ejemplo, los participantes
de los estudios SOLVD y SAVE estaban conformados
por individuos predominantemente de edad media, y en su
mayoría con historia de infarto; en contraste con los individuos de la comunidad con DSVIA, quienes son habitualmente
más viejos y a menudo no tienen historia de infarto
previo.
Segunda etapa
Historia natural de la DSVIA en la comunidad
En el año 2003, aparece el estudio, tal vez, más importante
en esa segunda etapa de la investigación de la DSVIA. Se
trata del ensayo del grupo de Framinghan Heart Study: Historia
Natural de la DSVIA en la Comunidad20.
El objetivo del estudio fue caracterizar la historia natural
de la DSVIA, estudiando individuos no seleccionados de la
comunidad. Desde el estudio Framinghan, ingresaron 4257
participantes (56% mujeres) a quienes se les efectuó un ecocardiograma
de rutina. Se excluyeron sujetos con un ecocardiograma
inadecuado (671), con una historia de IC (69),
y menores de 40 años (203). Se les realizó a los 4257 participantes
una historia médica, examen físico, electrocardiograma
(ECG) y ecocardiograma.
Según el ecocardiograma, los sujetos fueron clasificados:
con función sistólica normal (FE > 50%), disfunción sistólica
leve (FE 40% al 50%) y disfunción sistólica moderada
a severa (FE < 40%).
En este gran estudio de un bien caracterizado grupo poblacional,
basado en la comunidad, se evaluaron la prevalencia
de DSVIA, la incidencia de IC en el seguimiento, el tiempo
de aparición de la IC, el pronóstico de los participantes
con DSVIA al ingreso según el grado de disfunción, y se
buscaron predictores de IC y muerte en individuos con DSVIA.
De los 4257 participantes, hubo 129 con DSVIA al ingreso,
lo que corresponde a una prevalencia total del 3,0%; ellos
fueron predominantemente hombres (86%) y su frecuencia
aumentaba con la edad. El 49% de los participantes con
DSVIA había tenido infarto previo, mientras que sólo el 2%
de aquellos con FSVI normal padecieron un infarto previo.
Otro hallazgo importante fue que de los 129 participantes
con DSVIA, el 61% era de grado leve (FE entre 40%-50%).
Durante los 12 años de seguimiento del estudio (promedio
5 años), el 26% (34) de los sujetos con DSVIA desarrollaron
IC; mientras que de los participantes sin DSVI, el 3,4%
desarrollaron IC.
Los autores demostraron, además, que los sujetos con mayor
grado de severidad de DSVIA tenían mayor riesgo de
progresar a IC, comprobándose que desarrollaron IC 3,9 de
cada 100 personas por años cuando la DSVIA era leve, y
9,6 por cada 100 personas por años cuando la DSVIA era
moderada a severa.
La sobrevida media libre de IC fue de 10,3 años para sujetos
con DSVIA leve, y de 5,9 años para aquellos con DSVIA
moderada a severa, con un promedio de 7,1 años.
De las 34 personas con DSVIA que desarrollaron IC en el
seguimiento, el 29% habían sufrido un IAM en el tiempo
transcurrido entre el ingreso y la aparición clínica de IC. En
total, el 62% los sujetos con DSVIA que desarrollaron IC
tenían una historia de infarto de miocardio anterior o durante
el tiempo transcurrido hasta la aparición de IC clínicamente
evidenciable.
Durante el seguimiento, murieron el 40% de los 129 sujetos
con DSVIA, y el 12% de los que no tenían DSVI al ingreso.
La muerte de los participantes con DSVIA fue atribuida a
enfermedad coronaria en el 40%, a otras causas CV en el
21%, a causas no CV en el 35% y a causas desconocidas en
el restante 4%. El 43% de las muertes por enfermedad coronaria
fueron por muerte súbita.
Otro detalle interesante es que los participantes con DSVIA
que fallecieron no necesariamente pasaron por la etapa de
IC antes de la muerte, el 56% de estos individuos que fallecieron
no desarrolló IC clínicamente evidenciable.
El estudio, además, halló como predictores significativos
de IC en sujetos con DSVIA la ocurrencia de un infarto de
miocardio en el tiempo transcurrido entre el ingreso y la
aparición clínica de IC. y la severidad de la DSVIA. Los
predictores multivariables de muerte fueron similares: la
edad, el infarto de miocardio y la severidad de la DSVIA.
En resumen, los individuos con DSVIA presentan riesgo de
progresión a IC casi 5 veces mayor, lo cual es independiente
de los factores de riesgo CV basales; pero son influenciados
por el grado de severidad de la DSVIA.
La incidencia anual de IC dentro de los participantes con
DSVIA moderada a severa fue del 9,6%. La DSVIA de grado
leve presentan también un mal pronóstico, con una tasa
de IC y muerte 2 a 4 veces mayor que la de individuos con
FSVI normal.
Llamativamente, la sobrevida media libre de IC en participantes
con DSVIA leve fue de casi de 10 años, esta amplia
ventana de tiempo brinda la oportunidad para que estos individuos
puedan ser identificados y tratados, y así, prevenir
el desarrollo de IC y muerte.
Los resultados de este estudio enfatizan la necesidad de definir
el manejo óptimo de los pacientes con DSVIA.
Tercera etapa
DSVIA: estado B de la clasificación de IC
Una tercera y última etapa en el desarrollo de la investigación
de la DSVIA ha comenzado recientemente. Tenemos
que hablar de los estudios de más reciente aparición que se
refieren a los distintos estados de la IC, enfatizando la importancia
del estado B de la clasificación de la IC del ACC/AHA1.
Recientemente, Lee R. Goldberg y Mariell Jessup21 publicaron
un trabajo específico sobre el estado B de la IC, en
donde destacan el concepto ya conocido y estimando que el
número de pacientes con DSVIA que corresponden al estado
B es 4 veces mayor que el número de pacientes sumados
de los estados C y D.
Estos autores hacen interesantes comentarios sobre la etiología
de la DSVIA en los pacientes del estado B. Teniendo
en cuenta los factores de riesgo para IC, los más fuertemente
asociados con IC son: edad, sexo masculino, HTA, hipertrofia
ventricular izquierda (HVI) en el ECG, infarto de
miocardio, diabetes mellitus (DBT), enfermedad valvular
cardíaca y obesidad22.
Luego de comentar varios trabajos sobre el tema, concluyen remarcando la importancia de la DSVIA como precursor
de IC y de muerte CV; siendo el sexo masculino, la edad
avanzada, la cardiopatía isquémica, la HTA y la DBT como los
mayores factores de riesgo para desarrollar DSVIA. Afirman
que la población en riesgo de desarrollar DSVIA debería ser
seleccionada para identificar aquellos pacientes quienes podrían
beneficiarse de intervenciones farmacológicas.
Finalmente, y para terminar con esta última etapa es importante
resumir un riguroso trabajo aparecido en marzo de este año sobre
la prevalencia y el significado pronóstico de los estados de
la IC. Es un estudio basado en la población, transversal, de una
muestra randomizada de 2029 residentes mayores de 45 años
del Condado de Olmsted en Minessota23. Los objetivos del estudio
fueron: estimar la prevalencia de los estados de la IC en
ese conjunto basado en la población; proporcionar validez neurohumoral
del modelo de los distintos estados, midiendo la
asociación de la concentración del péptido natriurético tipo B
(BNP) y los distintos estados de la IC; y determinar el significado
pronóstico de los estados de IC.
Para esta investigación invitaron a 4203 residentes, aceptando
el 49%: 2042. Evaluaron el sesgo de participación sin encontrar
diferencias entre los participantes y los no participantes.
Para determinar los síntomas y su limitación funcional asociada,
utilizaron el cuestionario llamado Escala de Actividad Específica (SAS)24. Este cuestionario auto-administrado evalúa los
síntomas durante 21 actividades específicas que tienen equivalentes
metabólicos conocidos (METS) de gasto de energía. El
estado funcional se categorizó en 4 clases: Clase I: capaz de
realizar actividad equivalente a 7 ó más METS de capacidad de
ejercicio sin síntomas limitantes; Clase II: igual a 5 a 7 METS;
Clase III: igual a 2 a 5 METS; y Clase IV: < a 2 METS.
Utilizando los estados propuestos para IC como modelo; el Estado
0 fue definido como individuos sanos y sin factores de
riesgo para IC; el Estado A definido por la presencia de factores
de riesgo para IC sin anormalidades cardíacas estructurales o
funcionales (tomaron como factores de riesgo: HTA, DBT, enfermedad
coronaria y obesidad - índice de masa corporal [BMI] > de 30 kg/m2); el Estado B definido como DSVIA, basándose
en la clínica, el ECG, y las anormalidades predictivas de probablemente
futura IC en el ecocardiograma: IAM previo, HVI,
enfermedad valvular, anormalidades en el movimiento regional
de la pared del VI, agrandamiento VI, y disfunción sistólica
y diastólica VI. El estado asintomático fue definido como Clase
I SAS. Además, definieron el agrandamiento del VI, la FEVI
estimada visualmente, la DSVI (FE < 50%), la disfunción diastólica
del VI; el Estado C definido como: Clase II a III SAS,
capacidad de ejercicio 2 a 7 METS; subdividiéndolo en Estado
C1 o “leve” y Estado C2 o “avanzado”; siendo el Estado C1 igual que el C, pero sin cumplimentar los criterios de IC de
Framinghan, y el Estado C2 igual que el C pero cumpliendo los
criterios de IC de Framinghan; por último el Estado D o “estado
final”, corresponde a sujetos con IC clínicamente evidenciable,
con Clase IV SAS, indicando severa limitación funcional <
a 2 METS.
Los resultados demuestran que el 31,5% de la población
fueron normales; el 22,4% correspondían al Estado A; el
34,1% al Estado B; el 11,8% (9,6% C1 y 2,2% C2) al Estado
C; y el Estado D representado por el 0,2% del grupo.
La concentración del BNP en el plasma en los distintos estados
era: Estado 0 (26 pg/mL), Estado A (40 pg/mL), Estado
B (53 pg/mL), Estado C1 (117 pg/mL), Estado C2 (222
pg/mL) y Estado D (353 pg/mL). Comparando los niveles
de BNP en cada estado reveló que el BNP era significativamente
mayor en cada estado sucesivo desde el B al D.
Los estados de IC estaban asociados con progresivo empeoramiento
de la tasa de sobrevida a los 5 años.
La presencia del 22% de individuos en el Estado A con factores
de riesgo para IC, subraya la importancia del manejo
adecuado de estos factores.
Un párrafo aparte merece el análisis del Estado B por tratarse
de un grupo silente clínicamente, los autores examinaron
las anormalidades que eran asintomáticas en este estado:
el 60% tenían disfunción diastólica, el 34% tenían
agrandamiento del VI, el 5% tenían moderada a severa enfermedad
valvular por ecocardiograma, el 24% tenían HVI
por ecocardiograma, el 10% tenían DSVI, el 8% tenían historia
de IAM, el 7% tenían anormalidades en el movimiento
regional de la pared, y el 2% tenían HVI por ECG.
Teniendo en cuenta los rigurosos criterios para incluir sujetos
en los diferentes estados y en especial en el Estado B, la
alta prevalencia del 34% con DSVIA sugiere que es muy
importante la temprana identificación de las anormalidades
en la estructura y la función del VI. Además, éste es un grupo
en donde los ensayos clínicos de intervención farmacológica
temprana para las alteraciones sistólica y diastólica
VI serán probablemente muy apropiadas para elaborar estrategias
de tratamiento.
El Estado C con IC evidente, tiene una elevada prevalencia
cercana al 12%, porcentaje mayor de lo habitualmente comunicado
en otros estudios en este campo. En este grupo se
tuvo en cuenta la aplicación de los criterios de Framinghan
para el diagnóstico de IC, además de los criterios que evaluaron
las anormalidades estructurales y funcionales del VI.
Siendo primordial para explicar estos datos: que cuando se
incluían sujetos con disfunción VI por parámetros ecocardiográficos
que tenían limitación funcional, fatiga ó disnea
(score SAS de Clase II a III), pero que no reunían específicamente
los criterios de Framinghan para el diagnóstico de
IC (Estado C1), correspondían al 9,6% de la población; y
cuando los pacientes con disfunción VI por ecocardiograma,
tenían un score SAS de clase II a III y también reunían
los criterios de Framinghan para el diagnóstico de IC (Estado
C2), se identificaron 2,2% de la población, comparable
con otras publicaciones. O sea que el elevado número del
12% en el Estado C es a expensas del Estado C1. Esto es
además confirmado por las cifras de concentración del BNP
en el plasma, desde 53 pg/mL en el Estado B a 117 pg/ml en
el Estado C1.
La sobrevida a 5 años disminuía bruscamente en la transición
desde el Estado B al Estado C: del 96% al 75%.
Implicancias clínicas
El desarrollo del Estado B está asociado con elevado riesgo
de mortalidad; la transición desde el Estado B al Estado C1 tiene 5 veces mayor riesgo de muerte, lo que sugiere que el desarrollo de una simplemente leve limitación al ejercicio,
presagia un significativo aumento del riesgo. Esto subraya
nuevamente la importancia de la identificación temprana de
personas en Estado B asintomático, y del Estado C1 levemente
sintomático para el diagnóstico y la intervención precoz.
Estos hallazgos pueden tener implicancias en el manejo de
pacientes no seleccionados con DSVIA, y en la evaluación
de futuras estrategias de screening de DSVIA en la comunidad.
Conclusiones
Esta revisión tiene la intención de resaltar un tema que no
es muy tenido en cuenta en la práctica cardiológica diaria,
pero que evidentemente tiene mucha importancia, atentos a
los resultados comentados. Conocemos el carácter continuo
y progresivo de esta enfermedad, lo que habitualmente lleva
a la incapacidad de estos enfermos, que finalmente terminan
con la muerte. Sabemos también el peso de la IC en
los costos de la medicina pública y privada en nuestra sociedad.
Si existe la oportunidad, según lo revisado, de identificar
precozmente individuos en el Estado B de la clasificación
del ACC/AHA, asintomáticos, o en el subestado C1, levemente
sintomáticos, no tenemos que dejar pasar ese momento
con el objeto de intervenir tempranamente para evitar o
demorar la aparición de la IC clínicamente evidente,
La alta prevalencia de individuos en los Estados A y B en la
comunidad y el carácter progresivo a un estado con peor
pronóstico, señalan claramente la necesidad de desarrollar
estrategias diagnósticas y de tratamiento para prevenir la
progresión de la DSVIA a la IC sintomática.
Sin embargo, son necesarios estudios adicionales para identificar
estrategias costo-efectivas para la detección de la
DSVIA en la comunidad, y determinar si requieren tratamiento
temprano.
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