ARTICULO DE ACTUALIZACION
Muerte súbita en deportistas
Importancia del reconocimiento de las
miocardiopatías
América Pérez*#, Jorge González Zuelgaray*
* Instituto Argentino de Diagnóstico y Tratamiento (IADT). Ciudad de Buenos Aires. República Argentina.
# Sanatorio “Dr. Julio Méndez”. Ciudad de Buenos Aires. República Argentina.
Correspondencia: Dr. Jorge González Zuelgaray
Marcelo T. de Alvear 2346.
CP: 1122. Ciudad de Buenos Aires. República Argentina.
Fax: (54-11) 4963-9500 Interno #329.
E-mail: jgz1953@gmail.com.
Recibido: 18/08/2009
Aceptado: 10/09/2009
Palabras clave: Insuficiencia cardíaca; Miocardiopatía; Muerte súbita
Introducción
La muerte súbita (MS) cardíaca ha sido definida como
aquella “debida a causas cardíacas, de inicio abrupto
y rápida evolución, de manera que se produce dentro
de la primera hora del inicio de los síntomas agudos,
y en la cual, aún en conocimiento de una enfermedad
cardíaca preexistente, la manera de presentarse resulta
inesperada”1. La incidencia anual de MS estimada en
la población general es de 1:10002, y si bien ocurre
con mayor frecuencia en la segunda mitad de la vida,
cuando el afectado es un individuo joven y todavía más
si es deportista, se convierte en un hecho impactante.
Aunque se ha estimado que la ocurrencia anual de MS
en atletas jóvenes (menores de 35 años) alcanza a 1 caso
en 200 mil deportistas, probablemente estas cifras sean
menores a las reales3.
En primer término, se debe reconocer que las causas
de la MS en los deportistas jóvenes son diferentes a aquellas identificadas para la población general. De
acuerdo con los registros de autopsias, en los Estados
Unidos la miocardiopatía hipertrófica es la causa más
importante (36%), seguida por la anomalía del origen
de las arterias coronarias (17%), la miocarditis (6%),
la displasia arritmogénica (4%) y por último, con el
4% de los casos, las canalopatías (síndromes de QT
prolongado, de Brugada, de QT corto y taquicardia
ventricular catecolaminérgica)4. En el presente artículo
no se considerarán las canalopatías, debido a que no
constituyen el área de interés de la revista “Insuficiencia
Cardíaca”.
Cardiopatías vinculadas con la MS en deportistas
Miocardiopatía hipertrófica
Se caracteriza por la hipertrofia del ventrículo izquierdo
con desarreglo estructural de los miocardiocitos y
fibrosis5,6. Se presenta en 1 cada 500 nacimientos7, y hay
consenso en plantear dicho diagnóstico cuando el espesor
de la pared del ventrículo izquierdo supera los 15 mm sin
una causa que lo justifique8. Puede sospecharse entre el
75 y el 95% de los casos mediante un electrocardiograma
(ECG) de 12 derivaciones9. Son factores de riesgo para la
ocurrencia de MS: el síncope, la historia familiar de MS,
el registro de taquicardia ventricular no sostenida en el
Holter, la respuesta plana o la disminución de la presión
arterial durante el ejercicio, la hipertrofia ventricular severa
y la presencia de gradiente en el tracto de salida del
ventrículo izquierdo10.
Dado que hasta en el 90% de los casos se trata de una
enfermedad familiar, el mayor avance de los últimos años
ha provenido de la Genética. Se sabe que el patrón de
herencia es autosómico dominante (salvo en los casos con
mutaciones en el ADN mitocondrial que se heredan por vía
materna) y se han identificado más de 400 mutaciones11.
Sin embargo, el 60% de los pacientes con miocardiopatía
hipertrófica presenta alteraciones en 9 genes codificantes
de proteínas estructurales del sarcómero del músculo
cardíaco12-21. En la Tabla 1, se muestra la distribución
estimada de los pacientes con miocardiopatía hipertrófica de acuerdo con la identificación de los genes mutados22.
También, se han detectado mutaciones en genes involucrado
en el metabolismo energético de las mitocondrias,
como el síndrome de hipertrofia ventricular izquierda
asociado con preexcitación. El origen de esta entidad se
basa en alteraciones de los genes que codifican la subunidad γ2 de la proteinquinasa dependiente del AMP cíclico
(PRKAG2)23. Esta entidad morfológicamente idéntica a
la miocardiopatía hipertrófica obedece a una alteración en
el metabolismo del glucógeno.
Hasta el momento, se considera que las mutaciones no
predicen el fenotipo, ya que en una misma familia pueden
existir individuos con diferentes grados de hipertrofia o
con mayor predisposición a MS que otros con la misma
mutación. Esto se debe a la intervención de genes
modificadores y polimorfismos que requieren estudios
más exhaustivos24,25. Sin embargo, la identificación del
genotipo podría contribuir a la estratificación del riesgo,
lo que constituye el aspecto relevante para los individuos
afectos a las prácticas deportivas.
¿Miocardiopatía hipertrófica o hipertrofia exagerada
frente al esfuerzo?
La baja prevalencia de miocardiopatía hipertrófica en
autopsias de poblaciones militares jóvenes, en las cuales
la MS ocurrió durante la actividad física vigorosa, resulta
llamativa26.
La hipertrofia constituye una respuesta adaptativa durante
el entrenamiento deportivo, con valores que muchas
veces coinciden con los aceptados para el diagnóstico de
miocardiopatía hipertrófica27-29. Curiosamente, el notable
predominio en varones de la MS que ocurre durante la
práctica deportiva no coincide con la distribución de la
miocardiopatía hipertrófica, que no muestra diferencias
según el género30. En la misma línea, no ha habido reportes
de miocardiopatía hipertrófica en autopsias de deportistas
menores de 13 años que fallecieron súbitamente, a pesar
de que esta entidad se hace manifiesta en la infancia31.
Esto sugiere que la hipertrofia observada en varones en
edad puberal o mayores podría constituir una respuesta
del miocardio sujeto a un estímulo reiterado en presencia
de niveles más elevados de testosterona. En este sentido,
Koenig y col. observaron mayor hipertrofia ventricular en
roedores machos en comparación con las hembras luego de
ejercicio crónico, lo que revirtió con la orquidectomía32.
El predominio de varones de raza negra fallecidos súbitamente
durante prácticas deportivas y con diagnóstico
de miocardiopatía hipertrófica en las autopsias debe ser
analizado a la luz de la mayor respuesta hipertrófica que
muestra la población afroamericana, frente a iguales valores
de presión arterial, en comparación con los individuos
de raza blanca33.
Por otra parte, la actividad adrenérgica continuada a la que
son expuestos los atletas durante períodos prolongados
no sólo predispone a arritmias complejas, sino que es un
poderoso estímulo para el desarrollo de modificaciones
estructurales que podrían simular la miocardiopatía hipertrófica34,
con las consiguientes alteraciones electrofisiológicas:
prolongación de la refractariedad35, reducción en la
amplitud del potencial de acción36, y en el electrocardiograma:
bloqueos AV, arritmias ventriculares y alteraciones
en la repolarización.
En conclusión, las características demográficas de la MS
en deportistas jóvenes con hipertrofia ventricular no coinciden
con las de la miocardiopatía hipertrófica y podrían
corresponder a una respuesta hipertrófica exagerada frente
al estímulo que representa el entrenamiento asociado a
una descarga adrenérgica repetida e intensa en presencia
de un efecto potenciador de la testosterona. Dado que
en individuos predispuestos, la hipertrofia dejaría de ser “fisiológica” para simular una miocardiopatía hipertrófica
(lo que no es fácil de distinguir sólo con criterios anatómicos35),
el desafío mayor consiste en identificar a aquellos
individuos en riesgo de presentar tal respuesta exagerada
de modo de prevenir así la ocurrencia de MS37. Con la mayor
sensibilidad diagnóstica que van ganando los estudios
genéticos, probablemente en algún momento radique en
dichas determinaciones la clave para atacar el problema.
En la actualidad, se identifica una mutación en el 30-61%
de los pacientes con miocardiopatía hipertrófica38, lo que
seguramente ha de aumentar e inclusive permitirá una
detección “en cascada” de los familiares portadores de
la mutación, con el consiguiente efecto beneficioso para
reducir la MS, no sólo entre los deportistas, sino también
en la población general.
Anomalías coronarias
Si bien entre los deportistas mayores de 40 años que
padecen MS, la enfermedad coronaria aterosclerótica
constituye el principal hallazgo de la autopsia, por debajo
de los 35 años las anomalías coronarias (principalmente,
origen anómalo o trayectos intramiocárdicos) constituyen
en los Estados Unidos la segunda causa de MS (17%)4.
Lamentablemente, el ECG y la prueba de esfuerzo no son
de utilidad en estas situaciones. En cambio, es valioso el
interrogatorio en busca de síntomas como síncope o precordialgia
que ocurren durante el ejercicio. En esos casos,
el ecocardiograma en manos expertas puede aportar una
valiosa información y, de no haber un resultado concluyente,
tanto las nuevas técnicas (resonancia magnética o
tomografía computarizada multicorte) como la cinecoronariografía convencional permiten definir con precisión
las características de la circulación coronaria.
Displasia arritmogénica del ventrículo
derecho
Se caracteriza por la sustitución progresiva (desde el
subepicardio hacia el endocardio) del miocardio por tejido
adiposo y por fibrosis39. Si bien se localiza con preferencia
en el ventrículo derecho, también se observa en el ventrículo
izquierdo40, por lo que habría que denominarla “displasia
arritmogénica” o “miocardiopatía arritmogénica”.
Se calcula que su prevalencia es de 1 cada 5000 individuos,
con predominio en los varones. La mayoría de los casos son
diagnosticados antes de los 40 años de edad. Es habitual
la presencia de arritmias ventriculares sintomáticas que se
originan en el ventrículo derecho y pueden causar síncope
y MS. Esta entidad causa el 5% del total de casos de MS en
atletas jóvenes41,42, y en Europa (particularmente en Italia) es
la primera causa de MS en deportistas43. No resulta claro, si
este alto índice de diagnósticos en deportistas se debe a que
las arritmias ventriculares son a menudo inducidas por el
esfuerzo, o si el ejercicio facilita la aparición de anomalías
estructurales precondicionadas genéticamente44.
En relación con la notable diferencia en la frecuencia de
observación de displasia entre Europa y los Estados Unidos, creemos que no se debe sólo a diferencias regionales de
presentación, sino a un relativo desconocimiento de esta
entidad en Norteamérica. Esto ha comenzado a revertirse
a partir de la creación de un registro conjunto europeoestadounidense
de displasia arritmogénica.
Tradicionalmente, se recurre a la “suma de puntos” -con
criterios mayores y menores- para realizar el diagnóstico
(Tabla 2)45, lo que muestra las dificultades para asegurar un
diagnóstico en vida del paciente.
La etiología y la patogenia de la displasia arritmogénica no
son del todo conocidas. Se ha propuesto una anomalía del
desarrollo con atrofia miocárdica progresiva, y se le adjudica
al estrés mecánico un papel como promotor de apoptosis y
degeneración fibroadiposa46.
El origen genético de la enfermedad, con un patrón de
herencia autonómico dominante, surge de la descripción
de formas familiares47. En su inicio, los estudios genéticos
detectaron anomalías en los cromosomas 14 (14q23-q24
y 14q12-q22)48,49 y 1 (1q42-q43)50. Los loci 14q23 y 1q42
contienen genes que codifican la α-actinina, una proteína
básica en la unión de la estructura sarcomérica a la pared
del miocito.
Hasta la fecha, se llevan identificadas anomalías en 6 genes:
4 codifican proteínas del desmosoma (estructura de unión
intercelular), y hasta el 45% de los pacientes presenta
una mutación que afecta a la proteína placofilina 2
(PKP2)51-57. Anomalías en proteínas como desmoplaquina,
placoglobina, desmogleína-2 o desmocolina-2
aparecen raramente en pacientes con displasia arritmogénica58-60. La participación de tantos loci en las
alteraciones genéticas de esta entidad condiciona su
clasificación en distintos fenotipos (Tabla 3)61.
Además de las formas aisladas, la displasia también se presenta
como parte del síndrome de Naxos (por encontrarse
los casos en la isla del mismo nombre en el mar Egeo).
Dicho síndrome se caracteriza por displasia arritmogénica,
queratodermia palmoplantar y cabello lanudo, y se
transmite en forma autosómica recesiva.
La displasia se debe diferenciar de la enfermedad de Uhl,
que aparece fundamentalmente en niños y adolescentes.
En esta última, no existe un componente familiar, su
presentación habitual es la insuficiencia cardíaca y el
estudio anatomopatológico muestra una falta completa
de miocardio sin depósitos grasos.
Siempre se debe descartar la displasia arritmogénica en
pacientes reanimados de un paro cardíaco con sospecha
de síndrome de Brugada o de fibrilación ventricular idiopática.
La ausencia de cardiopatía estructural que define a
estas dos entidades es frecuente que se limite a estudios de
imágenes macroscópicas que no alcanzan para las formas
incipientes de la displasia. Es de esperar que el diagnóstico
genético contribuya a un diagnóstico más preciso.
La estratificación del riesgo de MS en estos pacientes
adolece de falta de grandes estudios prospectivos. La información
aportada por el seguimiento de pacientes con
cardiodesfibriladores implantables se convierte, por el
momento, en el elemento más valioso en este sentido. Así,
las descargas apropiadas de los dispositivos se vinculan
con la ocurrencia de síncope, afectación del ventrículo
izquierdo, arritmias ventriculares sintomáticas e historia
familiar de MS62,63.
Hacia una efectiva prevención de la MS en deportistas
Está demostrado que los atletas competitivos con cardiopatías
tienen un riesgo de MS 3 veces mayor que el de la
población no deportista64.
La evaluación electrocardiográfica, si se acompaña de
una interpretación de los trazados a cargo de médicos con
probada experiencia, permite salvar vidas. Sin embargo,
en tanto la Sociedad Europea de Cardiología y el Comité
Olímpico Internacional recomiendan incluir el ECG en la
evaluación previa a la autorización de prácticas deportivas
competitivas, la American Heart Association sólo indica
un interrogatorio y examen físico, en gran medida sobre la
base de los elevados costos de la medicina estadounidense,
que afortunadamente en nuestro país son enormemente
menores.
La detección de cardiopatías mediante estudios genéticos
no es posible en la actualidad debido a los costos, las
demoras y el hallazgo aun limitado de los genes causantes.
El estudio genético, en cambio, tiene gran valor y
está justificado en individuos con diagnóstico probable,
pero no confirmado, de afecciones cardíacas causantes
de MS, en especial en presencia de síntomas difíciles de
jerarquizar (como síncope o presíncope, que tanto pueden
deberse a un trastorno neurocardiogénico como a arritmias
malignas).
La educación de la población general y la educación médica
continuada constituyen aliados imprescindibles para
la prevención de la MS en deportistas. En este sentido,
resulta notable la escasa calidad de los datos aportados por
los equipos médicos de los diferentes países participantes
en el Campeonato Mundial de Fútbol de 200665. Esto
resulta trascendente cuando se trata de la interpretación
electrocardiográfica, ya que sólo reduciendo al máximo
los falsos positivos y negativos es posible optimizar la
relación costo-beneficio de los programas de detección
a gran escala.
La existencia de un marco regulatorio a nivel nacional
resulta viable en países con poblaciones como las de Italia
o de la Argentina, en tanto es sumamente difícil en países
con enorme población como, por ejemplo, nuestro vecino
Brasil. Dichas normas deben incluir la obligatoriedad de
la realización de estudios previos a la práctica deportiva,
la disponibilidad de desfibriladores externos automáticos
en clubes, gimnasios y campos de deportes, la capacitación
de los entrenadores en técnicas de reanimación
cardiopulmonar y, frente a lo inevitable, la realización
de necropsias en todos los casos de MS ocurrida durante
o luego de la finalización de prácticas deportivas (lo que
contribuiría al conocimiento de la distribución regional
de los fenotipos).
En nuestra opinión, se pueden esperar significativos avances
en no más de una década si a las medidas adecuadas
de prevención se suman los extraordinarios avances que
ha de aportar la Biología Molecular.
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